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Disputas por una mezquita en Nazaret

Los ecos de la agria disputa por la mezquita de Nazaret llegaron ayer al claustro de la Universidad de Alcalá de Henares porque, como dijo el presidente de la Universidad de Belén, el intelectual palestino Manuel Hassasian, "es muy difícil librarse del pasado". El Vaticano está irritado con Israel por haber autorizado la construcción de una mezquita en un terreno cercano a la católica basílica de la Anunciación, en el corazón de Nazaret. "Tal situación no ayuda" a un viaje del Papa a Tierra Santa con motivo del Gran Jubileo del 2000, ha advertido, amenazante, el portavoz de la Santa Sede, el español Navarro Valls. Éste apelaba al valor que tiene la ciudad nazarena "para toda la cristiandad" como argumento para exigir que se prohibiera la construcción de la mezquita islámica.

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Pero Israel no ha cedido. El nuevo templo de los musulmanes que viven en Israel se levantará enfrente de la basílica de los católicos. Dos mil años después, la ciudad en la que creció el fundador del cristianismo tiene derecho a decidir su política urbanística sin hacer caso a las exigencias del Vaticano.

"Es una disputa de política local y el Gobierno aplica la ley", explicó Samuel Hadas, el primer embajador de Israel en España y también el primero ante la Santa Sede.

El diplomático Hadas reconoció que las exigencias de Roma han sido muy fuertes. "Se ha buscado una solución de compromiso, la única viable. Una solución salomónica", dijo.

El terreno en disputa tiene 2.000 metros cuadrados y las autoridades han decidido destinar 1.300 metros a plaza pública, y 700 metros para la mezquita. "Sin compromiso no hay paz, y sin soluciones no hay compromiso", sentenció ayer Samuel Hadas.

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