El tribunal de apelaciones de Nueva York revoca la histórica condena por violación al productor Weinstein
El juez ordena repetir el juicio al exmagnate de Hollywood, que fue sentenciado a 23 años de cárcel en 2020 en la primera pena derivada del movimiento MeToo contra la impunidad sexual, aunque seguirá en la cárcel, cumpliendo otra condena de 16 años
El más alto tribunal de Nueva York ha anulado este jueves la condena por violación impuesta a Harvey Weinstein en 2020, al considerar que el juez del histórico juicio del movimiento #MeToo perjudicó al exproductor de Hollywood con decisiones incorrectas, incluida la de permitir que las mujeres testificaran sobre acusaciones que no formaban parte del sumario. El tribunal ha ordenado un nuevo juicio. Weinstein seguirá sin embargo en prisión porque en 2022 fue declarado culpable en Los Ángeles de otra violación y condenado a otros 16 años de cárcel.
La revocación marca un giro inesperado en la condena de más alto perfil de la era MeToo y supone un mazazo no sólo a las activistas que en 2017 se atrevieron a denunciar la cultura de la impunidad sexual, sino también al uso supuestamente torticero por parte de los fiscales de algunos testimonios. Weinstein recurrió su condena por violación y agresión sexual en 2020, argumentando que el juez del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York, James Burke, permitió injustamente al jurado escuchar testimonios sobre supuestos delitos no imputados, violando así su derecho a un juicio justo. Según los abogados del exproductor, el juez incumplió “su deber de salvaguardar las garantías constitucionales y los derechos procesales de Weinstein”, lo que le dejó “impotente para defenderse de un fiscal sin control”.
La causa pasa ahora al fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg —el mismo que instruyó el primero de los cuatro casos penales de Donald Trump, por el pago de un soborno a una actriz porno—, a quien corresponde decidir cómo proceder. “Haremos todo lo que esté en nuestra mano para volver a juzgar este caso, y seguiremos firmes en nuestro compromiso con las supervivientes de agresiones sexuales”, ha declarado un portavoz del fiscal.
Weinstein, de 72 años, ha estado cumpliendo una sentencia de 23 años en una prisión de Nueva York tras ser condenado por practicar por la fuerza sexo oral a una asistente de producción de televisión y cine en 2006 y por violación en tercer grado en un ataque a una aspirante a actriz en 2013. El productor, cuya salud ha sufrido un notable deterioro desde que fuera detenido, fue absuelto en Los Ángeles de los cargos relacionados con una de las mujeres que testificaron en Nueva York. Los fiscales de California anunciaron su acusación contra Weinstein por violación y otros cargos el primer día de su juicio en Nueva York. Tras ser declarado culpable y condenado en marzo de 2020, fue enviado a Los Ángeles para ser enjuiciado allí.
El fallo del Tribunal de Apelaciones del Estado reabre un doloroso capítulo en el ajuste de cuentas de Estados Unidos con las agresiones sexuales por parte de depredadores poderosos, como Weinstein, en su día un factótum en Hollywood; una era que comenzó en 2017 con una avalancha de acusaciones de actrices y otras trabajadoras de la industria cinematográfica contra el todopoderoso dueño de Miramax, una de las principales productoras del mundo. Una de las actrices que más se destacaron en la denuncia fue Ashley Judd, que hoy ha calificado la decisión del tribunal de “traición institucional”. Douglas Wigdor, abogado de ocho de las víctimas, ha declarado: “La decisión de hoy supone un gran paso atrás en la exigencia de responsabilidades por actos de violencia sexual. Anular el veredicto es trágico porque obligará a las víctimas a soportar otro juicio más”.
Como señala el abogado de la acusación, las denunciantes pueden verse obligadas de nuevo a revivir sus traumas en el estrado mientras la brecha que ha abierto el movimiento MeToo en numerosos ámbitos de la sociedad, como por ejemplo el deporte —el caso del equipo olímpico femenino de gimnasia es paradigmático—, amenaza con cerrarse en plena ofensiva ultraconservadora contra las reivindicaciones de género y ante una posible victoria, según algunas encuestas, de Donald Trump en las elecciones de noviembre. Fue de hecho el aliento del movimiento MeToo el que hizo posible una condena, por la vía civil pero impensable años atrás, contra el expresidente de EE UU por acoso y abuso sexual a una columnista de prensa. Al descorrer la cortina de opacidad que hasta entonces ocultaba comportamientos delictivos por parte de figuras poderosas, el movimiento propició también indirectamente la detención del magnate pedófilo Jeffrey Epstein, cuyo suicidio en una cárcel de Manhattan en 2019 impidió que fuera juzgado por tráfico y agresión a menores.
Con su ruptura del tabú, el MeToo también propició la adopción de leyes específicas para perseguir todo tipo de delitos sexuales, como la del Estado de Nueva York que anulaba la prescripción de estos casos. La norma, vigente hasta el año pasado, favoreció más de 2.500 demandas, algunas contra personajes públicos como Trump, los actores Jamie Foxx y Cuba Gooding Jr, el cantante Axl Rose o el propio alcalde de la Gran Manzana, Eric Adams. Pese a que la ley haya expirado, el rosario de denuncias no cesa, como demuestran las sucesivas acusaciones contra el famoso rapero Sean Combs, la última hace un mes.
Pero no todo han sido avances en esta lucha contra la cultura de la impunidad. La revocación de la condena de Weinstein es de hecho el segundo gran revés del MeToo en los últimos dos años, después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos se negara a escuchar una apelación de la decisión de un tribunal de Pensilvania de anular la condena por agresión sexual de Bill Cosby, que supuso la puesta en libertad del acusado en el caso más mediático de abusos sexuales antes de la eclosión del MeToo.
La condena de Weinstein ahora revocada se ha mantenido durante más de cuatro años, reivindicada por activistas como un logro histórico contra la impunidad machista y precedente de otras condenas ejemplares por su duración, como la del cantante R. Kelly por los mismos cargos, pero diseccionada con la misma rapidez por sus abogados y, más tarde, por el Tribunal de Apelaciones tras escuchar en febrero los argumentos de la defensa.
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