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La destitución de Basri despeja el camino para un Sáhara autónomo dentro de Marruecos

La destitución el martes del ministro del Interior marroquí, Dris Basri, abre la vía para la búsqueda de una solución dialogada que evite el referéndum de autoderminación en el Sáhara Occidental, según indican fuentes diplomáticas. Basri era desde hace 20 años el ministro de Rabat que supervisaba con guante de hierro los asuntos de la ex colonia española cuyos habitantes manifestaron en septiembre y octubre su descontento y fueron violentamente reprimidos por la policía. La alternativa al referéndum con la que sueñan algunos responsables marroquíes es la concesión al Sáhara de una amplia autonomía.

La rebelión saharaui tuvo, según las autoridades de Rabat, un carácter social y no supuso reividicación nacionalista alguna. Aún así, la protesta de los habitantes de El Aaiún puso de relieve hasta qué punto la celebración de una consulta sobre el porvenir del Sáhara es un paso arriesgado para Marruecos. La mayoría de los saharauis con derecho a voto, que figuran en el censo provisional elaborado por Naciones Unidas, residen en el territorio administrado por Rabat y no en los campamentos del Frente Polisario situados en Tinduf (Argelia).Poco antes de que el rey Mohamed VI anunciase al ministro predilecto de su padre, Hassan II, que prescindía de sus servicios, el monarca había empezando a tantear nuevos cauces para resolver el conflicto. Desde finales de septiembre, el rey ha multiplicado -no siempre con éxito-, los gestos apaciguadores hacia el Sáhara, desde la destitución de algunos colaboradores de Basri en El Aaiún hasta la creación de una comisión real para aquel territorio en la que el temido ministro del Interior era tan solo uno más.

Lo que Mohamed VI describió, en su discurso del sábado, como "una nueva visión que permita actuar con equidad, objetividad y realismo" en la antigua colonia española, se va a concretar. La primera medida fue anunciada el lunes por los ministros de Exteriores, Justicia y Finanzas -todos ellos miembros de la comisión real, que estuvieron unos días de visita en El Aaiún-: más dinero para el Sáhara y un programa de construcción de viviendas para realojar a saharauis que subsisten en unas condiciones infames.

La segunda medida es la reactivación del Consejo consultivo Real para el Sáhara, una institución creada por Hassan II en 1981 pero sin actividad desde entonces. Ahora, el rey quiere que sea elegido y que en él estén representadas todas las tendencias.

Si se lleva a cabo, el Sáhara será la única región administrada por el Gobierno marroquí en la que se vota para elegir un órgano específico. Es un primer paso hacia la autonomía del territorio dentro del Reino, algo que ahora aceptan, e incluso preconizan, todas las fuerzas políticas de Marruecos.

Paralelamente, la consulta sobre el futuro del territorio, convocada en un principio para finales de julio del 2000, va a ser aplazada de nuevo. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha anunciado un retraso de un año para poder estudiar la avalancha de recursos formulados contra el censo provisional. Casi todos esos recursos fueron presentados por Rabat. El ministro marroquí de Asuntos Islámicos, Alaoui Mdaghari, fue más lejos: "El referendum está acabado".

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En los pasillos de la ONU se admite que los constantes aplazamientos desde 1992 de la consulta merman la credibilidad de la organización. Varios miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no disimulan su cansancio cada vez que deben prorrogar el mandato de los cascos azules desplegados en el Sáhara Occidental.

Desde finales de octubre han pasado por Rabat y Marraquech los presidentes de China, Jian Zemin, y de Francia, Jacques Chirac, así como el primer ministro francés, Lionel Jospin, cuyos países son miembros del máximo órgano de Naciones Unidas.

En círculos diplomáticos se da por seguro que en todas las conversaciones ha surgido la cuestión del Sáhara y la búsqueda de una solución "no traumática" para Marruecos. El asunto también fue evocado durante la visita que una delegación de la Unión Europea, integrada por Javier Solana y por los jefes de la diplomacia de Finlandia y Portugal, la semana pasada a Argel.

El Polisario no quiere oir hablar de autonomía para el Sáhara, por muy amplia que ésta sea. "Aquí no hay que satisfacer un particularismo regional", explicaba en Las Palmas su líder, Mohamed Abdelziz, "porque esto es un problema de descolonización".

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