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Crítica:TEATRO - 'LE SANG DES LABACIDES'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Allí empezó todo

El oráculo le dijo a Laio que su hijo le mataría, y el aterrorizado rey de Tebas mató antes al recién nacido. Se equivocó, el niño vivió y le mató y se acostó con su madre. Ya saben: el niño se llamaba Edipo, y su leyenda iluminó a Freud, y supuso que ese problema estaba en el fondo de todo hombre. El hecho dramático es que ahí empezó una larga historia que contó Sófocles y que pone en escena la compañía del Théâtre du Lierre, de París: para abrir Sófocles, el director de la compañía ha compuesto una primera parte, Laïos; tras ella llegan, hora tras hora, día tras día, las auténticas tragedias: Edipo Rey, Edipo en Colonia y Antiguan. Asistí a Laïos, clave de todo lo que sucede después y tambien de este estilo que ha sido muy estimado en sus largos viajes y en su sede de París. Es pretencioso y pedante, y eso siempre hace mucho en favor de un espectáculo en los festivales. Pero es una creación y tiene su interés.Farid Paya es un ingeniero que pasó a ser autor y director; fundó el local y la compañía del Théâtre du Lièrre en París: llevó adelante una concepción del teatro basado en la gestualidad y en la voz de los actores, apoyado en la música, con su idea de que donde no alcanzan las palabras llega la música. La música es de Michel Musseau: los dos han ido entrando y desentrañando, a su manera, en el teatro griego y el origen de la tragedia. Cantos y voces son bellos; y el texto de Farid Paya tiene una buena resonancia, aunque no va más allá de los conocidos estremecimientos grecorromanos del destino, los dioses, los monstruos -¡La Esfinge!- y una cierta convicción en las depuraciones por la sangre.

Le sang des Labacides

De Fardid Paya y Sófocles. Música de Michel Musseau. Intérpretes: Aloual, A. Bosco, J.-L. Cassarino, V. Coué-Sibiril, B. Ouzeau, J.-Y. Pénafiel y D. Weiss. Escenografía y dirección de escena: Farid Paya. Festival de Otoño. Círculo de Bellas Artes.

Ha creado este autor y director a sus actores: tiene escuela en el teatro, y ha conseguido en ellos unas buenas calidades de voz. Siempre que veo estos alardes de movimientos, voces, danzas, pienso que son excelentes para la formación de los actores, pero que en el espectáculo no se deben notar: tienen que estar por debajo, como el dibujo está por debajo del cuadro al óleo. De otra manera - eso es lo que pasa aquí- se convierten en protagonistas: el grito por encima de quien lo emite, la voz equívoca de Tiresias por encima de su condición de adivino: el director por encima del autor. Cuando es la misma persona, se trata de su elección personal. Cuando es Sófocles, parece que es otra cuestión.

La representación, de esta manera, le lleva a uno lejos de Tebas y de la sangre de Laio: interesa el tono, el cántico, el recuerdo del Oriente mediterráneo -sobre todo, el de la orilla de enfrente-, el baile, la gestualidad seca. Es su interés, y generalmente el público que vio este Laïos se congratulo del arte y de la disciplina de los actores. No creo que le afectara la tragedia: la muerte anunciada en el cruce de caminos, el destierro de las hermanas, el miedo a la Esfinge o el fastidioso encuentro de los dioses con los hombres que, como siempre, se hizo en detrimento de los hombres.

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