Rusia abre con limitaciones la frontera con Ingushetia a los miles de refugiados chechenos
El trágico atasco humano de refugiados chechenos que huyen de las bombas rusas se está empezando a despejar mientras el Ejército ruso estrecha el cerco sobre Grozni. Después de dos semanas de bloqueo, ayer se abrió la frontera con Ingushetia, aunque todavía no de par en par, a los miles de chechenos que huyen de la guerra. La situación había mejorado sustancialmente al caer la tarde, aunque no se llegó a alcanzar el ritmo de paso previsto: 20 autobuses (unas 600 personas) por hora. En Ingushetia hay ya un refugiado por cada dos de sus 340.000 habitantes.
Los militares rusos agilizaron los estrictos controles que habían reducido a poco más de 100 diarios el número de refugiados chechenos que podían atravesar la frontera. Gracias a ello, la delegación del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) que llegó ayer a la zona se encontró tan sólo con una versión reducida del caos y la rabia acumulados desde que comenzaron las hostilidades, y con ellas el éxodo masivo de civiles.En los días anteriores se había rozado la catástrofe. Los militares rusos cumplían a rajatabla las órdenes llegadas de arriba mientras miles de refugiados (sobre todo ancianos, mujeres y niños) gritaban su desesperanza frente a las alambradas de espino, más castigados por el pánico que por el hambre o el frío, que aún no ha dejado sentir todo su rigor invernal.
Incluso la televisión rusa, que está siguiendo la guerra de Chechenia desde un solo frente, ha emitido escenas espeluznantes, incluyendo la muerte en directo de una mujer a consecuencia de un ataque al corazón. Según el testimonio de una refugiada, el miércoles murieron en una estampida humana otras dos mujeres y un niño.
El motivo aducido para sellar la frontera casi a cal y canto fue el temor a la infiltración de terroristas que pudiesen cometer atentados como los que el pasado septiembre se cobraron más de trescientas vidas en Moscú y otras ciudades rusas.
A la postre, sin embargo, la rigidez del cierre se cebó en civiles inocentes que sólo pretendían huir de los horrores de la guerra y, especialmente, de los bombardeos artilleros y aéreos.
En Grozni sólo quedan quienes no pueden huir y quienes, con las armas en la mano, están dispuestos a defenderla del asalto ruso. Las tropas federales continuaron ayer sus bombardeos contra la capital, las posiciones de los bandidos en los alrededores de la misma y la segunda ciudad de la república independentista, Gudermés, cuya situación es casi insostenible.
Tras las declaraciones efectuadas el miércoles por el ministro ruso de Defensa, Ígor Serguéyev, en el sentido de que se pretende el control total de Chechenia, parece sólo cuestión de tiempo que se produzca el asalto a Grozni, que, en cualquier caso, estará precedido de una larga campaña de bombardeos.
Acabar con los "bandidos"
El ministro recalcó ayer que los militares están dispuestos a cumplir su tarea hasta el final, es decir, hasta el exterminio de los bandidos, término en el que se engloba a cualquiera que se les oponga con un arma en la mano.Serguéi Shoigú, ministro para las Situaciones de Emergencia, llegó ayer a la zona para evaluar la crisis humanitaria y arbitrar los medios para hacerle frente. Él pudo llegar hasta el puesto fronterizo entre Ingushetia y Chechenia, pero los periodistas rusos que le acompañaban fueron bloqueados por miles de chechenos que exigían a gritos y con pancartas la apertura del paso. Por sí sola, esa protesta mostraba que continuaban las restricciones y que la situación estaba lejos de haberse normalizado.
Entretanto, el primer ministro, Vladímir Putin, suscitaba la alarma en las repúblicas ex soviéticas caucásicas de Georgia y Azerbaiyán al mostrarse partidario de la exigencia de visado para entrar en Rusia como medida preventiva para evitar infiltraciones de guerrilleros en Chechenia.
La declaración de Putin se produjo, aparentemente, como consecuencia del rechazo georgiano a la formación de patrullas conjuntas en la frontera. Azerbaiyán no linda con Chechenia, aunque sí con la vecina Daguestán. Aunque Putin añadió que no se dañarán las relaciones bilaterales, el resultado no puede ser otro, sobre todo cuando ya no son demasiado boyantes por el choque de intereses provocado por la rivalidad en las rutas para llevar a Occidente el petróleo del Cáucaso.
La guerra de Chechenia ha disparado la popularidad de Putin. Según una encuesta realizada los días 30 y 31 de octubre sobre intención de voto de cara a las presidenciales, el primer ministro es el preferido por los encuestados. Aglutina una intención de voto del 29%, muy por delante del 17% que se pronuncia a favor del comunista Guennadi Ziugánov, o del 13% que dice votaría por el exprimer ministro Yevgueni Primakov.
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