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Desciende el número de asesinatos en Kosovo, pero no los secuestros

Xavier Vidal-Folch

Capota la violencia en Kosovo. Cuatro meses después de la liberación del país por las tropas de la Kfor (la fuerza internacional para Kosovo), el número de asesinatos y de incendios provocados ha bajado drásticamente, pero los secuestros siguen produciéndose en la misma proporción que antes. Y los atentados "selectivos" contra algunos líderes amenazan con prender la mecha en la pólvora de una tensión aún explosiva.

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Se palpa en las calles de todas las ciudades, Pristina, Pec, Prizren... salvo en la muy tensa Mitrovica, al norte: a trancas y barrancas, este país se está normalizando. Se trabaja -aunque el paro asciende al 70% de la población activa-, se comercia, se toma el café pacíficamente.Las cifras lo certifican abrumadoramente. El número de asesinatos ha descendido a cinco en la última semana de octubre, la cuarta parte del ritmo detectado desde julio, al poco de la entrada de las tropas internacionales. El número de incendios provocados bajó a 12, la sexta parte, y el de saqueos de viviendas a 14, también una cuarta parte. Adquiere así peso la comparación del portavoz de la Kfor, el coronel noruego Ole Irgens: "Hay menos violencia que en Nueva York".

Pero en cambio se mantiene el número de secuestros -cinco semanales en vez de siete- y empiezan a registrarse atentados "selectivos" contra personalidades políticas. Como el perpetrado el pasado domingo en su domicilio de la capital contra el líder del Movimiento de Resistencia Serbio, Momcilo Trajkovic -opositor del régimen de Belgrado-, quien gozaba de protección policial, pero esa noche renunció a ella por "razones personales". Trajkovic sufrió heridas leves, pero el proceso de pacificación, más graves, porque cada incidente de este tipo "es una señal de marcha atrás", como coinciden en señalar todos los responsables internacionales asentados en el país.

Proliferan también otros incidentes espontáneos, demostrativos de que la sensibilidad, el odio y los deseos de venganza tras el intento de exterminio contra los albanokosovares siguen a flor de piel. Como el sucedido el miércoles de la semana pasada, cuando un convoy de 30 vehículos serbokosovares procedentes de Orahovac se dirigía a Montenegro, protegido por ocho blindados de la Kfor. Al atravesar Pec, la segunda ciudad de Kosovo, que vuelve a estar habitada, uno de los coches serbios arrostró una pana, provocando que la columna se partiera por la mitad.

Inmediatamente un grupo de albaneses les abroncó, acosó y atacó, causando varios heridos leves. "Esto echa chispas, y aunque en esta ciudad procuramos evitar el contacto, a veces es irremediable", explica el teniente coronel Osvaldo Bizzari, jefe adjunto de la brigada italo-española encargada de la seguridad en esta comarca. "Además, los soldados no disponemos de métodos antidisturbios, y aunque así fuera, utilizarlos no es nuestra tarea".

Policía internacional

Quien sí va a disponer de ellos es la policía internacional que recluta la Administración de la ONU encabezada por Bernard Kouchner, menos rápida en su despliegue de lo que desearía su responsable, pero más de lo que sucedió en Bosnia. Esta policía reemplazará las labores sustitutorias realizadas por las tropas internacionales y por cuerpos intermedios como la Gendarmería francesa. Los primeros contingentes previstos -de un total de 789 hombres- ya han llegado, y no sólo se dedicarán al control de pasaportes. Hay 40 uniformados españoles, suministrados por la Policía Nacional y la Guardia Civil.A esta policía, que constituye la clave de bóveda del orden público en el inmediato futuro, le acompañará un cuerpo de policía local multiétnica, que contará con 3.155 agentes, de los que 1.685 han sido desplegados ya. La primera leva, que salió de la escuela promovida por la OSCE el 16 de octubre -los cursos duran seis semanas- y ha entrado en el periodo de prácticas, está formada por 173 agentes, de los cuales un 10% es de origen serbio, y un 20%, mujeres. Cerca de la mitad son antiguos guerrilleros desmilitarizados del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). "Palpar los primeros resultados tras sólo cuatro meses es una historia de éxito", valora el embajador de la OSCE, el holandés Daan Everts. Así lo considera todo el mundo, pero las necesidades que impone la urgencia apremian mucho más.

El tercer pilar de la seguridad -aparte de las tareas de los militares- es el Cuerpo de Protección de Kosovo. Pero no se dedicará a tareas estrictamente policiales -contará con 3.000 miembros, de los que sólo 200 irán armados-, sino más bien de protección civil. Esta institución es una de las vías previstas para contribuir a la reinserción de los militantes del ELK, muchos de ellos ahora desempleados.

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