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Azcona describe en un libro el Madrid de los años cincuenta

"Me niego absolutamente a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. La nostalgia es obscena, y aunque no tengamos derecho a la esperanza, la prefiero", así de explícito se mostró ayer Rafael Azcona en la presentación de Estrafalario 71, volumen que recopila tres novelas cortas -Los muertos no se tocan, nene, El pisito y El cochecito- publicadas por primera vez en los años cincuenta y recuperadas ahora por Alfaguara."Creo que estos relatos", añadió, "son casi documentales. Es cierto que distorsiono algo lo que veo, pero la España que muestran, el Madrid del que hablo, era así. Ni mejor ni peor que en la actualidad. Pienso que cada época produce a la gente que tiene que producir, que la sociedad genera aquello que cree necesitar. No creo que existan figuras más absurdas y disparatadas que los notarios o los registradores de la propiedad, y ahí están".

"El Madrid de los años cincuenta, que describo en el libro, era una ciudad tenebrosa, en blanco y negro. En realidad se podía enterrar a cualquier persona en cualquier coche porque todos eran fúnebres. Los novios se tenían que ir hasta la estación y colocarse al lado de un tren para poder besarse sin que les pusieran una multa. La otra alternativa era macerarse en la oscuridad de los portales. Era terrible".

Franco y los zapatos

"El libro se titula Estrafalario porque España era un país estrafalario. Recuerdo ahora que el doctor Pozuelo, uno de los del "equipo médico habitual", contaba en su libro que en cierta ocasión, cuando estaba al cuidado de Franco, le vio los pies y le sorprendió la cantidad de callos y juanetes que tenían, tantos que no pudo por menos que comentárselo. Franco le contestó que era por los zapatos. "A mí me los manda directamente Segarra, que es amigo", le explicó. "Pero, excelencia, son los zapatos los que tienen que amoldarse a los pies y no éstos a los zapatos", le contestó el doctor. "¡Qué delicados son ustedes los médicos!", contestó sin más el enfermo.

Esto lo cuenta Pozuelo en su libro, y no hay que olvidar que el que tenía esa mentalidad era el jefe del Estado, así que estrafalario es lo menos que se puede decir de aquel tiempo y aquel país. Es más, tan disparatados éramos todos que yo, por ejemplo, lo que soy de verdad es republicano federal, de los de don Francisco Pi i Margall".

Azcona, que fue presentado por Juan Cruz, director de coordinación editorial de Santillana, ratificó su preferencia por la lectura frente al cine, pese a que era evidente, y así lo señaló, que había podido vivir sin claudicar a los horarios fijos y las oficinas gracias a los guiones cinematográficos, y no dudó en citar a Baroja como a uno de sus escritores favoritos, al que vuelve cada vez que se encuentra deprimido. "Como también sigo los consejos de mi director de cine favorito, Woody Allen, que insiste en que lo mejor para los momentos bajos es entrar en cualquier cine que ponga una película de los hermanos Marx".

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