Fontilles se reconvierte en residencia de ancianos ante el descenso enfermos
Fue concebido como un centro para tratar a los enfermos afectados por el bacilo de Hansen (la lepra). Pero en a las puertas del nuevo milenio y ante el radical descenso de este tipo de pacientes, el centro se ha reconvertido en residencia para ancianos. No obstante, el antiguo sanatorio de Fontilles no se ha despojado del todo de su faceta de asistencia sanitaria, ya que muchos de sus usuarios también sufren dolencias, como por ejemplo el alzheimer.
Recién estrenado el siglo XX el jesuita Carlos Ferris concibió junto a Joaquín Ballester la creación de un centro que pudiera acoger enfermos afectados por el bacilo de Hansen. Eran conscientes de que el tratamiento de esta enfermedad, conocida popularmente como la lepra, precisaba una serie de cuidados especiales y necesitana un centro residencial que alejase todo temor de contagio al resto de la población. Así se gestó el Patronato de San Francisco de Borja-Fontilles que en 1904 puso en pie en La Vall de Laguart (Marina Baixa) un sanatorio que presume de haber tratado a cerca de 2.500 enfermos de lepra. Hoy en día los avances de la medicina y en la prevención de la enfermedad han rebajado considerablemente el número de pacientes residentes del sanatorio, según explicó el padre José Antonio Martínez miembro de la Compañía de Jesús. En la actualidad, las habitaciones del sanatorio no albergan más de 70 personas y la cifra de enfermos que acude periódicamente para sus revisiones cada seis meses ronda los 120. Los enfermos del único sanatorio para leprosos que se mantiene en pie en toda Europa ocupan tan solo uno de sus pabellones.
El mismo espíritu que en 1901 movió a los fundadores de la leprosería para crear el centro ha impulsado a los actuales gestores a ofrecer sus instalaciones a los ancianos asistidos. Así enfermos de alzheimer y otros males que afectan a las personas de la tercera edad y que precisan de una ayuda constante tienen desde hace un año su casa en Fontilles. "Hace algún tiempo que en la zona se estaba buscando un lugar idóneo para los mayores necesitados", resumió Martínez.
Aunque hace aproximadamente un año que la residencia de ancianos abrió sus puertas, su inauguración oficial tuvo lugar hace una semana, en un acto en el que el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, bendijo el centro. Además estuvieron presentes representantes de la Federación Internacional de Organizaciones no Gubernamentales para la erradicación de la Lepra, del Patronato San Francisco de Borja-Fontilles y descendientes de los fundadores del sanatorio.
Lápida para el fundador Desde entonces el pabellón que acoge esta residencia, denominado hasta la fecha de Santa Isabel, está dedicado al religioso jesuita Carlos Ferrís, tal y como indica una lápida a la puerta de las instalaciones descubierta en el acto inaugural. El anterior nombre recordaba directamente a Isabel Prim, por su labor y contribución directa en la apertura del pabellón en 1929.
El compromiso adquirido entre la Compañía de Jesús, el Patronato San Francisco de Borja-Fontilles y la Generalitat valenciana mediante un convenio hizo posible la apertura de la nueva residencia, que desde hace aproximadamente un año ocupan unos 63 ancianos.
El tiempo transcurrido y la buena acogida ha permitido dar por consolidada la nueva función del sanatorio, según el padre jesuita. "Salir del entorno de cada uno supone un trauma para cualquiera y más para las personas mayores. Aquí en Fontilles hemos conseguido que este cambio sea lo menos radical posible", añadió. La puesta en marcha de esta residencia ha coincidido con el 75º aniversario del nacimiento de Carlos Ferrís, uno de los mentores del lazareto.
Quienes han vivido o trabajan en el sanatorio San Francisco de Borja-Fontilles mantienen que el centro conserva características que lo convierten en un lugar privilegiado. La proximidad al mar le permite tener buen clima gran parte del año y la amplitud de terrenos aporta mayor lugar de esparcimiento a sus inquilinos.
El sanatorio llegó a convertirse en una población que se autoabastecía sin necesidad de salir fuera para obtener productos de primera necesidad. Tradicionalmente el centro ha salido adelante con la única ayuda de la caridad privada que llegaba de diferentes puntos del Estado español. A estas aportaciones se sumaron en 1977 las de la Administración Sanitaria que mediante un convenio con el Insalud cubre la tercera parte de los gastos de cada enfermo por día de estancia.
Uno de los grandes benefactores del Sanatorio San Francisco de Borja-Fontilles ha sido la Peña Pro Fontilles de Alcoy, que en línea con anteriores años ha donado dos millones de pesetas recaudadas entre la población. La peña alcoyana es especialmente querida entre los residentes porque contribuye además desde hace 49 años llevando cada mes de octubre la fiesta de Moros y Cristianos al lazareto. Con este acto, la familia festera alcoyana da por concluido el programa de Moros y Cristianos. Este significativo acto es muy esperado y aplaudido por los usuarios del sanatorio.
Pero los cambios experimentados en el centro no han hecho olvidar la función para la que fue creado ya que aún desarrolla en sus laboratorios tareas de investigación para la erradicación de la lepra y cursos internacionales de leprología. Además pertenece a la Federación Internacional de Asociaciones contra la Lepra y extiende su ayuda a otras leproserías de la India, Cuba, Nicaragua, Cuba o Paraguay. Asimismo, mantiene la cooperación con direfentes ONG locales y congregaciones religiosas.
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