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Palacios tenía razón

El ex tesorero del banco vasco desveló en EE UU las negociaciones para crear la nueva entidad

El 21 de junio pasado, en Nueva York, Juan Palacios, un experimentado tesorero del BBV de la escuela de Pedro Toledo, un hombre que ya estaba prácticamente fuera de combate para esas fechas, quizá para presumir o simplemente por candidez, comentó indiscretamente que la fusión entre su banco, el BBV y Argentaria, terminaría por producirse en poco tiempo. Pedro Luis Uriarte, consejero delegado del BBV, preguntado ese mismo día por la fusión, desmintió la información. A Palacios no fue necesario quitarle de tesorero pues ya estaba fuera de juego.La anécdota ilustra, simplemente, algo que es más o menos evidente. Las negociaciones de fusón entre Francisco González y Emilio Ybarra vienen de lejos. Si la disposición y los términos, más o menos, estaban claros desde el primer momento, ¿por qué ha tardado tanto en cuajar? Quizá porque la búsqueda de otras alternativas, por parte de ambos presidentes, no condujo, finalmente, a ningún buen puerto atractivo.

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Una de las razones que retrasó el anuncio fue las dificultades que halló el BBV en Italia con Unicredito, un banco del tamaño de Argentaria. Fuentes financieras aseguran que tanto Ybarra como González querían contar con la baza de Unicredito en el momento de anunciar su fusión en España. Hubiera dado mayor proyección y, sobre todo, habida cuenta que las negociaciones BBV-Argentaria no eran un misterio como tal, el toque italiano permitiría explicar cómo se habían llenado meses de negociaciones. Pero no fue posible porque en Italia las intenciones del BBV, ahora de BBVA, han encontrado nuevos obstáculos.

Tanto el Banco de España como Economía y Moncloa siguieron casi en directo la marcha de las negociaciones. A diferencia de otros procesos de concentración,fulminantes, lo que, según ciertos observadores, se sintió en las citadas instituciones fue un cierto cansancio por la indefinición.

Si se mira por encima, Ybarra ha decidido resolver los problemas de su sucesión en el BBV otorgando la futura presidencia, a partir del año 2002, a Francisco González. En esta visión, a los hijos de las viejas familias vascas de los antiguos BB y BV, pues, se les habría cerrado el camino hacia el poder.

Sin embargo, la clave puede estar en otro sitio. Quiza los círculos tradicionales del poder en el BBV se expresarán en el futuro mucho más a través de quien va a seguir en la primera linea ejecutiva, como vicepresidente y consejero delegado, es decir, de Pedro Luis Uriarte.

A diferencia del BSCH, donde Emilio Botín utilizó la fusión para resolver un déficit de gestión en su propia entidad, dando el poder a un equipo profesional encarnado por Ángel Corcóstegui, en el nuevo BBVA, la gestión ha quedado incólume en manos de Uriarte. Si Corcostegui tiene 46 años y Botín, 65, en el caso del BBVA, Uriarte ha cumplido 57 y González, cumplió, precisamente ayer, 55 años.

El nuevo banco fusionado tendrá que aprobar sus estatutos. En el BBV la edad de retiro para los ejecutivos es de 65 años. Ybarra se marchará en el 2002 en cumplimiento de esos preceptos.

Ayer, en la rueda de prensa,Ybarra dijo que en el caso de los ejecutivos la edad de jubilación, pueden conocer "excepciones". En otros términos será dificil que Uriarte acepte dejar su puesto dentro de tres años, unos meses después de que Ybarra abandone la presidencia, para que Francisco González, en ese momento, presidente único pueda disponer de todo el poder en el BBVA.

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