Cataluña, entre el cambio y la continuidad
El resultado electoral puede anticipar la sucesión de Pujol y acelerar o enfriar alianzas
Nada será igual a partir hoy. Todo es incierto. El veredicto de las urnas puede anticipar sucesiones -la de Jordi Pujol-, acelerar o enfriar alianzas, e incluso cambiar los topónimos del mapa catalán de partidos.- LOS PROTAGONISTAS. En el frigorífico socialista aún quedan botellas del cava con que debían celebrar la victoria de las autonómicas 1980, cuando, contra pronóstico, Pujol se hizo con la victoria. Si aquel año el triunfo de CiU fue ajustado, después no ha sido así. Cada convocatoria autonómica a las urnas se ha convertido en un paseo para los nacionalistas catalanes. Ahora Pujol ha hecho saber que éstas serán las últimas elecciones a las que concurre. Ha utilizado dos metáforas: una senderista y otra ferroviaria. Subió al Aneto, desde donde comunicó la disolución del Parlament, y dijo que él ya no haría la cumbre del Mont-Blanc. También habló de cambio de maquinista al frente del tren del nacionalismo catalán que él se brinda a dejar en buena vía. Demasiadas pistas para los exégetas. A los 69 años, Pujol aspira a dejar su compleja sucesión lista en esta próxima legislatura. Los nombres de Artur Mas o Josep Antoni Duran Lleida suenan como probables. Pero la tarea no es fácil, habida cuenta de los ilustres cadáveres de números dos que la sucesión del líder nacionalista ha dejado ya en la cuneta.
La incertidumbre sobre quién será el heredero ha hecho crecer las pretensiones sucesorias de Pasqual Maragall. El candidato socialista se ha presentado como el hombre dispuesto a cerrar una etapa, cuyos méritos reconoce. Pero la sucesión, en el caso de Maragall, requiere un salto cuantitativo: CiU cuenta con 60 escaños y el PSC con 34. Cuanto más se acerque la participación al 70% mayores serán las posibilidades de Maragall -aseguran los expertos- de acortar esa distancia de 16 puntos que separa a los socialistas de los convergentes.
- EL PACTO. Cataluña -lo ha reconocido el propio ministro portavoz, Josep Piqué- es un agujero negro electoral para el PP. En Girona, los populares no han logrado acta de diputado en las generales y las últimas elecciones municipales les dieron en esta comunidad el discreto control de una docena de pequeños municipios. La incapacidad popular para crecer en Cataluña hace que desde la calle de Génova se desee fervientemente la victoria de CiU. Ello le daría a José María Aznar la posibilidad de afrontar con mayor comodidad las elecciones generales de la próxima primavera. Si CiU pierde, el pacto con el Gobierno central carece de sentido. La estrategia de los nacionalistas se fundamenta en tener el Gobierno de Cataluña y en apoyar a los ejecutivos de Madrid a cambio de contrapartidas políticas. En los últimos meses, algunos dirigentes de CiU han reconocido que, si tras ganar las elecciones autonómicas se alcanzase el pacto fiscal y el político, podría producirse la entrada de nacionalistas catalanes en el Gobierno, la gran asignatura pendiente del encaje de Cataluña en España. Todo cambiaría en caso de una victoria del PSC, que daría pie al PSOE para comprar el billete de regreso a La Moncloa. Los socialistas han planteado estos comicios catalanes como una plataforma para la reconquista de España.
- LOS TERCEROS. El Partido Popular y Esquerra Republicana se juegan en estas elecciones la tercera plaza. Son quienes pueden dar la mayoría a Pujol o a Maragall. El PP ha reconocido a través de su propio secretario de organización, Pío García Escudero, que Pujol tendrá sus votos -matemática mayoría, según los sondeos- si los precisa para la investidura. Las encuestas les sitúan por debajo de los resultados de 1995, cuando estaban dirigidos por Alejo Vidal-Quadras. No se repetirán los 17 diputados actuales, después de una legislatura en la que el pacto PP-CiU en Madrid ha arrinconado en el desván a los populares catalanes. Su política está condenada a la tutela de la calle de Génova y la subordinación a los pactos de Gobierno en Madrid, sin esperar nada a cambio.
Lo contrario le sucede a Esquerra Republicana (ERC), que aspira a todo. Con una campaña basada en mantener la equidistancia entre CiU y PSC, Esquerra sólo dice que pactará con quien no lo haga con el PP y -matiz importante- en Cataluña. Durante la campaña el partido que lidera Josep Lluís Carod Rovira ha querido pasar la maroma sin hacer más gestos a un lado que a otro. Sin embargo, en los últimos días la equidistancia ha sido puesta en entredicho con ciertos guiños al tendido convergente. El objetivo de ERC es conservar los 13 diputados que tiene y dar así por zanjada la escisión de Àngel Colom y Pilar Rahola, que desembocó en el desaparecido Partit per la Independència.
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