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Desafío paquistaní

En Washington, el tratado de prohibición de pruebas nucleares es objeto de intereses políticos. (...) En respuesta al golpe militar en Pakistán, la Administración Clinton ha de sopesar dos objetivos. El primero es recalcar que Estados Unidos no puede tolerar ataques a la democracia, incluso cuando, como es el caso de Pakistán, el demócrata depuesto es culpable de mala gestión económica y de violaciones contra los derechos humanos. Así anima a los nuevos dirigentes militares a establecer un rápido programa de vuelta a sus barracones y, al mismo tiempo, envía a todos los posibles golpistas, desde Yakarta a Bogotá, el mensaje de que EE UU está decidido a promover sus valores a escala internacional. En segundo lugar, la Administración Clinton necesita mantener una relación en términos dialogantes con los paquistaníes. (...) Pakistán y sus vecinos son un foco de conflictos que potencialmente amenaza los intereses norteamericanos. (...)EE UU no puede aspirar a estabilizar esta región. Pero debe tratar de prevenir que la inestabilidad adopte un enfoque antiamericano y hacer todo lo que esté en su mano para evitar la modernización y proliferación de armas nucleares. Por eso, su Gobierno ha hecho bien en apoyar la democracia, pero no ha impuesto sanciones a Pakistán. Por eso debe reanudar sus esfuerzos para calmar las tensiones entre Pakistán e India. Y, por la misma razón, el Senado se ha equivocado totalmente al bloquear una prohibición de pruebas nucleares que podría haber frenado la carrera armamentística de India y Pakistán.

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