Asesinados dos funcionarios de la ONU y seis civiles en Burundi
El representante de Unicef en Burundi, el chileno Luis Zúñiga; la holandesa Saskia von Maijenfeldt, del Programa Alimentario Mundial (PAM), y seis personas más fueron asesinados ayer en el campo de refugiados de Muzye, cerca de la población de Rutana, al sur de Burundi. Todo parece indicar que los asesinos son rebeldes hutus que luchan desde hace seis años contra el Gobierno de Bujumbura, controlado por la minoría tutsi.
Burundi es un país gemelo de su vecino del norte. Como en Ruanda, hutus y tutsis luchan por el poder en sangrientas guerras civiles en las que el blanco es un objetivo frecuente. Ambos países encierran una gran tragedia humanitaria que ha obligado a diversas ONG y agencias dependientes de la ONU, como Unicef y el PAM, a tener presencia sobre el terreno.El suceso de ayer se produjo en el campamento de Muzye, a unos 20 kilómetros al sur de Rutana, cerca de la frontera con Tanzania. "Cuando llegaron [los miembros de la ONU], y aún estaban abriendo las puertas de sus vehículos, comenzó el tiroteo", explicó Apollinaire Gahungu, el portavoz del presidente de Burundi: "Los rebeldes se habían infiltrado entre la población civil del campamento".
"Es una gran tragedia para Unicef y para la causa de los niños", aseguró Madeline Eisner, portavoz de esta organización en Nairobi, que confirmó que entre los muertos estaba el chileno Luis Zúñiga, de 52 años. El PAM, que perdió a Saskia von Maijenfeldt, de 34 años, envió un avión a Muzye para recoger los cadáveres y a alguno de los heridos, entre ellos otro miembro de la ONU. Una portavoz del PAM, Michele Quintaglia, insistió anoche en que ambos funcionarios "fueron ejecutados".
El portavoz del Ejército de Burundi, coronel Longin Minani, dijo que los otros fallecidos son el director de una factoría local de azúcar, un conductor y cuatro civiles, sin precisar si éstos pertenecían a la caravana de la ONU.
Burundi -de poco más seis millones de habitantes- está inmerso en una espiral de violencia étnica desde 1993, cuando soldados de la tribu minoritaria tutsi -que controla el Gobierno y el Ejército- mataron al primer presidente hutu del país, Melchior Ndadaye, al poco tiempo de ser elegido en unas elecciones democráticas.
Más de 150.000 personas, la mayoría civiles, han perdido la vida en Burundi en los seis años que dura la guerra civil. Los combates se han trasladado en los últimos meses desde las zonas fronterizas a las colinas de la capital. En septiembre, el Ejército forzó a miles de refugiados hutus a trasladarse al sur con el fin de cortar los suminuistros de comida a los rebeldes. Las ONG aseguran que las condiciones de estos campos son pésimas, pues no hay agua ni comida.
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