El Gobierno plantea reforestar las riberas de los ríos para evitar la muerte de peces por el estiaje
El verano de 1999 ha sido muy severo con los ríos vascos y con su fauna piscícola. Miles de peces han muerto por la falta de oxígeno en el agua. El bajo caudal de los ríos, la elevada temperatura del agua y la proliferación de algas han causado esa escasez. El Gobierno está preparando un plan para paliar en los próximos años los efectos del estiaje: reforestar las riberas de los ríos. Los árboles atemperan la temperatura del agua con su sombra e impiden que le llegue radiación solar, con lo que las algas, que son los organismos que más oxígeno consumen, no pueden proliferar.
El consejero de Obras Públicas, Álvaro Amann, compareció ayer ante la Comisión de Ordenación Territorial del Parlamento para explicar la elevada mortandad de peces registrada durante este verano en algunos ríos de Euskadi. Amann señaló en primer lugar que la muerte se debió a una conjugación de factores naturales y precisó que no han influido vertidos anómalos de empresas o particulares. Los problemas más graves se han producido en el río Nervión, a la altura de Basauri (2 de julio), Llodio (25 de julio), Arrigorriaga (17 y 25 de agosto) y Areta (1 de septiembre); en la cuenca del Oria a su paso por Andoain (3 de julio), Villabona (24 de julio) y Lazkao (24 de septiembre), y en la cuenca del Zadorra, a la altura de Gamarra (28 de junio).Sólo en los casos de Andoain y Lazkao el consejero aventuró tímidamente la posibilidad de que un vertido anómalo hubiera colaborado con otras causas naturales. La situación de los ríos en verano se ha visto condicionada por la escasez de lluvias en primavera y verano, de forma que se llegó a los meses de julio, agosto y septiembre con muy poca humedad en el suelo, con los acuíferos pequeños agotados y los ríos en situación de extremo estiaje, es decir, con un caudal mínimo.
Algas
La escasa cantidad de agua que ha circulado por los ríos ha sido el principal factor para la proliferación de las algas, cuyo crecimiento también se ha visto favorecido por la excesiva temperatura del agua, un exceso de nutrientes (como el fósforo y el nitrógeno) y una elevada radiación solar. Durante el día, las algas producen un exceso de oxígeno, lo que lleva a los peces a una situación de debilidad, pero por la noche lo consumen, lo que axfisia a los animales. En definitiva, un conjunto de factores naturales que otros años no se han producido con la misma intensidad.
Así, ante la perspectiva de que el fenómeno se pueda repetir con igual crudeza en los próximos años, el consejero adelantó el plan en el que está trabajando su departamento junto a los de Medio Ambiente y Agricultura. "Hay que reforestar las riberas. Los árboles, tales como alisos y fresnos, extraen grandes cantidades de nutrientes del agua del río (que perjudican a los peces) y al producir sombra no permiten que el agua alcance valores muy altos y que se desarrollen las algas", detalló. A estos factores beneficiosos, Amann añadió el papel que juegan los árboles en la protección de las riberas y en la conservación de los ecosistemas acuáticos. "Se trata de la opción más económica, más ecológica y sostenible y por la que Obras Públicas va a apostar en los próximos años", zanjó. La idea es crear un ecosistemas acuático adecuado que pueda ser capaz de defenderse por sí mismo de los impactos exteriores de forma eficaz.
De lo que no pueden defenderse los ríos por sí solos es de los vertidos de empresas y particulares. El consejero "tranquilizó" a los parlamentarios asegurando que la Dirección de Aguas de su departamento inspecciona permanentemente la situación de ríos y arroyos para controlar con antelación las avenidas, los vertidos incontrolados y la mortandad de peces.
Esta labor de inspección ha llevado a la consejería a abrir 150 expedientes de sanción desde 1997 que han concluido o finalizarán con una multa al causante del daño. Estos expedientes suponen un monto económico de 150 millones.
Amann también aprovechó su comparecencia en el Parlamento para comentar la evolución del año hidrológico (desde octubre de 1998 hasta septiembre de 1999). Según el consejero, ha sido un año "de contrastes, aunque los datos finales son totalmente normales, con una tendencia hacia la media de los últimos años". El invierno fue muy lluviso, mientras que la primavera y el verano no trajeron agua. Esto provocó un estado de humedad del suelo muy bajo, que perjudicó sobre todo a los acuíferos pequeños y al caudal de los ríos. Los acuíferos grandes y los embalses no se han visto afectados gracias al productivo invierno.
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