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El recreo

Chirac ha dicho en Madrid, en el primer día de su visita oficial a España, que este país está que se sale. Se ha referido al "milagro español", y al hacerlo le ha dado una alegría con freno y marcha atrás a Aznar. Sí, porque cuando Chirac estaba en lo alto de su discurso, hizo una alusión al pasado y se fue al tiempo del que viene el milagro dejando claro que la cosa no es de hoy ni de Aznar exclusivamente. Con Aznar, el milagro sigue, pero empezó antes, cuando el mundo pudo ver que hacíamos una olimpiada en Barcelona y una Expo en Sevilla... Lo dijo ayer tal cual el presidente francés, que se fue demasiado atrás, para el gusto de Aznar, y éste no tuvo más remedio que escuchar y dejar que se oyera lo que dijo Chirac: que España, desde hace 15 años mal contados, está cambiando tanto que cuando llegan los franceses ya no encuentran bailaoras, toros y toreros por las calles y chiquillos mocosos y grasia por un tubo; es tanto y tan grande el cambio que se quedan pasmados de ver que esto se parece cada vez más a cualquier otro lugar imperfecto del mundo. Menos mal que no le enseñaron la Andalucía que los propios franceses se inventaron y que nos alumbra, a base de fomentar la mentira desde el siglo XIX hasta nuestros sufridos días, y al paso que vamos, de apoyos sin cuento a todo lo folclórico, "p"a los restos, mi arma, p"a los restos". Por suerte, la única que sabía de la visita era la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, a la que no se imagina una perdiendo la cabeza por unas sevillanas a destiempo. En fin, el presidente Chirac no vio bailaoras, toros ni toreros, pero lo pasó en grande en el recreo. Lo dijo él, tal cual: "Mañana trabajaremos, hoy es un día de recreo", y claro, para eso nada mejor que Andalucía, la que divierte, que diría aquel. Mientras Aznar y Chirac disfrutaban del recreo, el presidente Chaves denunciaba que la merma de ingresos del Estado en esta legislatura supondrán 40.000 empleos menos. Decía Chaves que el Gobierno central margina a Andalucía, no para castigar a un Gobierno del PSOE, sino porque no cree en sus posibilidades. En las del recreo, sí.

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