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El trasplante de ovario será útil para evitar la esterilidad que causa el tratamiento del cáncer

Científicos y expertos creen que la técnica es inadecuada para revertir la menopausia

Javier Sampedro

La técnica del trasplante de ovario, cuyo primer resultado saltó ayer a las páginas de los periódicos de todo el mundo, resultará de muy escasa utilidad para paliar, retrasar o revertir los efectos de la menopausia, objetivos para los que ya existen terapias hormonales más seguras y eficaces. Los científicos y expertos consultados por este diario sí creen, en cambio, que el trasplante puede evitar la esterilidad de las mujeres que deben someterse a ciertos tratamientos contra el cáncer, y también que puede facilitar en algunos casos el embarazo después de los 30 años.

Tener un hijo a los 60 o 70 años sigue siendo una idea tan extravagante como antes del pasado jueves, fecha en que el cirujano norteamericano Kutluk Oktay y el científico británico Roger Gosden anunciaron, con cierta precocidad, el éxito preliminar de la primera operación de trasplante de ovario, realizada sobre la bailarina estadounidense de 30 años Margaret Lloyd-Hart.El anuncio ha disparado triunfales vaticinios sobre "el fin de la menopausia", y también audaces especulaciones sobre futuras donaciones de ovarios de las hijas a sus madres, o de fetos abortados a mujeres maduras deseosas de acceder de esa forma a una suerte de juventud revalidada. En realidad, ninguna de estas previsiones es realista. Tal como señala Irene Boiso, bióloga reproductiva del Instituto Dexeus de Barcelona, trasplantar ovarios de una mujer a otra, o de un feto a una mujer, es una estrategia muy discutible. Como en cualquier trasplante, el rechazo de tejidos obligaría probablemente a suministrar fármacos inmunosupresores a la receptora del órgano durante el resto de su vida. Suprimir las defensas del organismo es un mal menor en el caso de un trasplante vital, como los de corazón o hígado, pero un riesgo difícilmente asumible cuando se trata de glándulas no vitales como los ovarios.

La utilidad de la técnica, por lo tanto, se restringe a los casos de autotrasplante, en los que la donante y la receptora son la misma mujer. La operación realizada por el cirujano Otkay en el Hospital Metodista de Nueva York fue precisamente de este tipo. Esta estrategia requiere que la mujer se extirpe uno o ambos ovarios, preferiblemente antes de los 30 años, y los haga congelar en nitrógeno líquido hasta que decida reimplantárselos. Extirpación voluntaria

Las razones más frecuentes por las que una mujer se somete a esa extirpación son los quistes, el cáncer de ovario y la endometriosis (un crecimiento anormal de la pared del útero), según afirma Andrés Poveda, del Instituto Valenciano de Oncología. Este material no es siempre útil para congelarlo y reimplantarlo. Ciertamente no en el caso del cáncer de ovario, que además requiere una cirugía muy radical para evitar su diseminación por el abdomen. Independientemente de todo lo demás, esta operación impide siempre a la mujer volver a concebir, con o sin trasplantes.

En general, por lo tanto, las mujeres tendrían que someterse a la extirpación de ovarios sin tener una razón médica para ello, y preferiblemente antes de los 30 años, para que la glándula contenga una cantidad satisfactoria de células activas. Irene Boiso reconoce que ésta puede ser una estrategia viable en un futuro no muy lejano para las mujeres que deseen posponer su primer parto hasta después de los 30 o 35 años. El tejido ovárico congelado facilitaría la consecución de un embarazo.

Pero la utilidad del autotrasplante en una mujer que, habiendo sido lo suficientemente previsora en su juventud como para haberse extirpado un ovario, quiera reimplantárselo tras haber entrado de lleno en la menopausia, es materia de discusión. El sistema hormonal femenino no depende únicamente del ovario. Parte de las hormonas se producen en la hipófisis, una glándula situada en la base del cerebro. Estas sustancias también se ven afectadas en la menopausia.

Este problema puede no ser insalvable. La bioquímica Predestinación García, del Centro de Biología Molecular de Madrid, señala a este respecto que las hormonas fabricadas en el ovario y las producidas por la hipófisis se estimulan las unas a las otras en un ciclo cerrado de retroalimentación mutua. En consecuencia, aunque normalmente la hipófisis relaje su ritmo de trabajo tras la menopausia, las hormonas segregadas por el ovario implantado pueden estimularla para que reinicie su actividad juvenil.

Otro investigador del Centro de Biología Molecular, Antonio Nieto, señala sin embargo que es posible que en una mujer que ya lleva cierto tiempo sin ovular, la actividad hormonal de la hipófisis puede haberse atrofiado de manera irreversible. De ser éste el caso, el trasplante no podría restablecer el ciclo normal en una mujer menopáusica.

Aparte de la carencia de ovulación, la menopausia conlleva una serie de riesgos para la salud de la mujer que conviene prevenir. En principio, el autotrasplante podría ayudar en este aspecto, pero lo cierto es que parece una medida exagerada. La mera administración a la mujer madura de hormonas como la progesterona y los estrógenos -precisamente las que producen los ovarios jóvenes- está dando unos resultados muy satisfactorios para reducir la incidencia de osteoporosis, Alzheimer y enfermedades cardiovasculares, las principales dolencias asociadas a la menopausia.

Segundo trasplante

Entretanto, el cirujano Kutluk Oktay, del Hospital Metodista de Nueva York, reconoció ayer haber realizado ya un segundo trasplante de ovario, informa Isabel Ferrer. La nueva paciente padecía esterilidad y el ovario le fue implantado bajo la piel del antebrazo. Dicho lugar fue escogido para facilitar el cultivo y la posterior recogida de óvulos -que han empezado a aparecer ya gracias a la estimulación hormonal- destinados a una posible fecundación artificial. Al igual que en el caso de la bailarina Margaret Lloyd-Hart, es pronto aún para saber si los óvulos serán viables para ese objetivo. Por su parte, Roger Gosden, el experto británico en biología reproductiva que ha hecho posible con sus experimentos el primer trasplante de ovario, ha decidido trasladarse a Canadá. Después de criticar la falta de apoyo oficial a la investigación en biotecnológica en el Reino Unido, ha aceptado un puesto en el hospital Royal Victoria de Quebec. El Parlamento británico prohibió hace cinco años el uso de fetos abortados como fuente de tejido reproductivo para trasplantes.

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