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La restauración de San Pedro enfrenta a los especialistas

La plaza de San Pedro del Vaticano brilla con un esplendor desconocido desde hace unos pocos días, cuando fueron retirados los últimos andamios que mantenían oculta la fachada de la inmensa basílica, piedra angular de la cristiandad. La novedad, sin embargo, es que San Pedro ha vuelto a la luz, tras una primorosa restauración que ha durado casi dos años y medio, transformada en un majestuoso edificio multicolor. Los que esperaban redescubrir una fachada impoluta y blanquísima se han dado de bruces con un mosaico sutil de tonos, que incluye el ocre pero también algunos destellos de rojo y de verde, sobre las columnas de la llamada Loggia de la Bendición, en el centro de la fachada, donde se coloca el Papa para bendecir a las muchedumbres. Naturalmente, la polémica ha estallado entre los expertos en arquitectura barroca.Mucho antes de la solemne ceremonia con la que el papa Juan Pablo II inaugurará la nueva basílica de San Pedro, el próximo día 30, San Pedro se ha convertido ya en piedra de escándalo. ¿Razones? Una rehabilitación, la primera en profundidad desde que el arquitecto Carlo Maderno concluyera la fachada en 1612, que ha costado más de 750 millones de pesetas y en la que se ha empleado una sofisticada tecnología.

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El impacto del color

En los dos frentes de la batalla, a favor y en contra de la restauración, se sitúan destacados especialistas. En el primer grupo figura, por ejemplo, Paolo Portoghesi, un arquitecto y conocido historiador del barroco, defensor a ultranza de la tarea realizada por la llamada Fábrica de San Pietro, la institución que vela por el mantenimiento de la basílica desde el siglo XVII, y por el Eni. Portoghesi opina que los colores pueden sorprender al visitante (favorablemente en la mayoría de los casos), pero son más auténticos que un blanco deslumbrante, ya que Maderno diseñó así la fachada. Además de respetar el pasado, los restauradores han huido de cualquier estridencia al plasmar los colores, "los tonos son suaves e intermedios", dice Portoghesi.

No es ésta la opinión del bando contrario, el de los que deploran la intervención en San Pedro, entre los que destaca otro arquitecto e historiador del arte, Carlo Bertelli, que dedicó un editorial hace unos días en el diario milanés Corriere della Sera para lamentarse de una rehabilitación que puede ser agradable a la mirada, reconoce, pero "que choca con los planes de Maderno".

La fachada, de 46 metros de alto por 115 de ancho, construida mayoritariamente en piedra travertina, una caliza porosa originaria de Roma, contiene fragmentos de granito, mármol de Carrara y otros materiales, lo que significa que los expertos han tenido que trabajar separadamente, aplicando técnicas específicas para restaurar cada uno de los materiales.

El resultado es espléndido, aunque haya provocado incomprensiones y rechazos.

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