El ejemplo franco-alemán

La reconciliación entre griegos y turcos sería uno de los grandes acontecimientos de este cambio de milenio en Europa. El éxito de un proceso similar de olvido de agravios y de apertura de una estrecha colaboración entre antiguos enemigos seculares como el logrado entre Francia y Alemania bajo Konrad Adenauer y el general De Gaulle es el sueño de muchos griegos y turcos y de todos aquellos que creen en la seguridad y estabilidad en toda Europa. Poca credibilidad tendrán los esfuerzos de la OTAN, EEUU y la UE por establecer un marco de estabilidad y cooperación en los Balcanes si la herida de Chipre y los conflictos entre dos miembros de la Alianza se eterniza.Pero nadie debiera dejarse llevar a engaño. Los problemas persisten, las diferencias son objetivas e históricamente cimentadas y el proceso de reconciliación tiene muchos enemigos. Desde el corrupto aparato del Estado turco en general a los muchos políticos y periodistas en Grecia que viven literalmente de fomentar la hostilidad, pagados por la continua escalada de gastos de defensa de ambos países, pasando por caudillos de ambas comunidades en Chipre, son legión los que ven con mucho desagrado cualquier solución global que ponga fin al conflicto.