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La colina de los niños

Francesc Valls

Llegó 55 minutos tarde y en un solo segundo y sin pestañear convirtió España en una república que no por ello dejó de ser "la madre patria que espero que nos ayude por los siglos de los siglos". Así discurrió el esperado discurso del ministro hondureño de educación, Ramón Calix. Esperado, porque decenas de niños le aguardaban bajo un cielo que amenazaba tormenta tropical desde hacía un par de horas. Y esperado también por el consejero de la Presidencia, Xavier Trias, y por el embajador de España en Honduras, Carlos Gómez-Mújica, que sólo habían esperado 60 minutos. Así, finalmente, sobre las colinas de la colonia Ramón Amaya Amador se inauguró la escuela Verge de Montserrat que el Gobierno catalán ha construido en uno de los incontables suburbios de Tegucigalpa. El nuevo centro escolar, que acogerá a 480 alumnos en edades comprendidas entre preescolar y primer ciclo de primaria, se levanta sobre una colina en la que viven 7.000 personas, de las que 5.000 son niños. No hay agua corriente, la electricidad es rigurosa novedad y una charca en la que desembocan aguas residuales sirve como lavadero. "La mayoría de niños hacen su comida fuerte con la leche y las galletas nutricionales que les damos para desayunar o merendar", explica el sacerdote granadino Patricio Larrosa, que intenta poner algo de raciocinio en este barrio de Tegucigalpa. El pasado martes, el consejero de Presidencia de la Generalitat dedicó buena parte del día a intercambiar impresiones con cooperantes. "Ha sido impactante conocer esta realidad sobre el terreno", aseguró Trias. "Honduras se ha llevado 280 millones de los casi 600 que hemos destinado a esta parte del continente americano; creo que debemos priorizar la inversión en Centroamérica, donde tenemos afinidades culturales", subrayó el consejero catalán. "Pero no hay que crear una oficina de la Generalitat aquí, sino que debemos canalizar esa ayuda a través de quienes ya trabajan sobre el terreno", agregó Trias. Formación profesional La formación profesional y la alfabetización en general deben ser el eje, a juicio de Trias, de esa ayuda. De momento, la visita a Centroamérica del consejero catalán -que comenzó el pasado jueves y en la que ha visitado también Cuba- ha dejado abiertas media docena de escuelas y centros de formación, todo un lujo en países como El Salvador y Honduras, en los que el analfabetismo es cosa de muchos y el poder político y económico de muy pocos. Cuando se cumple casi un año de que el huracán Mitch segara la vida de dos decenas de miles de personas, en Honduras están aún por drenar ríos que como el Choluteca amenazan estos días con desbordarse por las lluvias. La discutida autorización de los fondos de ayuda internacionales por parte de las instituciones hondureñas vuelve a estar en el candelero, en un país sin otro horizonte que el turnismo de partidos políticos en el poder, donde el salario medio es de unas 10.000 pesetas y la compra de vivienda inalcanzable. En este clima cobran más valor las aportaciones que se canalizan a través de ONG como Médicos sin Fronteras, que intenta establecer un ambulatorio en un país sin asistencia sanitaria, o personas como Patricio Larrosa, ayudando a los vecinos de barrios como el Ramón Amaya Amador, Betania y Sinaí de Tegucigalpa, o el sacerdote mallorquín Antonio Quetglas, vicario general de la archidiócesis de la capital de Honduras. Ambos han conseguido fondos para el funcionamiento de la nueva escuela Verge de Montserrat y para proveer de trabajo y vivienda a muchas mujeres de estos barrios marginales, en su inmensa mayoría madres solteras con más de un hijo.

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