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España boicoteará los consejos informales de la UE si el alemán se impone sobre el español

Xavier Vidal-Folch

España acabará boicoteando los consejos informales de ministros de la Unión Europea (UE) si se impone el uso del alemán -además de los idiomas de trabajo: francés e inglés-, en detrimento del español. La amenaza, sugerida por el ministro Abel Matutes en el consejo informal que los ministros de Exteriores de los Quince mantuvieron en Laponia, fue formalizada por la representación española en el Coreper (Comité de Representantes Permanentes) del miércoles. Italia secunda a España. Hoy y mañana puede reanudarse la bronca en el Ecofin de la ciudad finlandesa de Turku.

La batalla lingüistica se agria. El pasado fin de semana, en pleno círculo polar ártico, se calentó bastante. Después de que el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, interviniese en alemán -la presidencia finlandesa sólo había dispuesto cabinas de interpretación para inglés y francés- el español Abel Matutes advirtió en español, antes de pasar al inglés: "Si se utiliza otra lengua, además de inglés y francés, los ministros españoles utilizarán el español". El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Lamberto Dini, secundó a Matutes. Evitar la discriminación del castellano "es una cuestión de principio", escribió el español a la presidencia del Consejo. Finlandia -que en julio vio boicoteado por Bonn otro Consejo informal porque no había dispuesto cabina de alemán- respiró hondo: "Ahora se demuestra que éste no es un problema de Alemania con nosotros, sino con los demás", confesó un alto diplomático finlandés.

Los quince ministros remitieron el problema al Coreper, que anteayer sólo decidió devolverles la patata caliente para su Consejo formal de lunes próximo.

La batalla se circunscribe a los consejos informales. Estos no son decisorios, pero sí decisivos porque preparan -sin la rigidez de un orden del día encorsetado ni la urgencia de adoptar decisiones- el plan de acción para el semestre y la siguiente cumbre.

En los formales, hay interpretación en doble sentido a las 11 lenguas oficiales de la Unión Europea. En los informales, la costumbre dicta que se utilice el francés, el inglés y el idioma de la presidencia semestral. A veces se ofrece interpretación pasiva para otra lengua, si alguno desconoce francés e inglés, para que le entiendan los demás, y él acude al susurreo en la oreja.

Las dos presidencias anteriores, Alemania y Austria, emplearon a fondo el privilegio de la presidencia, usando el alemán a troche y moche, incluso para las notas oficiales. Alemania alega que su actitud no reponde a un deseo de imponerse -"porque al menos desde 1992 se ha utilizado en ocasiones nuestra lengua", alega un diplomático de Berlín-. Pero no hay forma de comprobarlo por escrito -y los protagonistas difieren- porque en los informales no se extiende acta.

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Hoy y mañana puede reproducirse las escaramuzas en el Ecofin (Consejo de Economía y Finanzas). Si hay alemán, habrá español, como se propone el vicepresidente del Gobierno español Rodrigo Rato, quien jugará con la desventaja de haberse plegado al uso del alemán en el Grupo Euroonce, el Ecofin de los países del euro. "Si esto sigue así, nos encaminamos a un régimen lingüístico de 11 lenguas", lamentó un diplomático finlandés.

La ampliación

Pero ése sería mal precedente, porque la ampliación al Este incorporará nuevos idiomas a la Unión. Si 11 ya provocan problemas (especialistas, espacio para cabinas, financiación, burocracia), el uso de 15 o 20 lenguas de trabajo (no se discute la oficialidad, la traducción de los documentos) se formaría un babel paralizante. Ante ello, el régimen lingüistico de los Consejos informales prefiguraba un arreglo práctico: limitarse al inglés y al francés como idiomas de trabajo. Si hay alemán, habrá al menos español e italiano. La diplomacia española pone toda su carne en este asador. Y sugiere que cuenta con un rehén potencial: "Esta batalla puede envenenar a toda la Unión Europea, pero nosotros no renunciaremos a nuestra lengua, estamos dispuestos incluso a bloquear la ampliación [de la UE]", manifestó ayer uno de sus miembros más cualificados. De momento, España está dispuesta a arruinar los Consejos de ministros informales. Si no logra su objetivo, dejaría de asistir a ellos. Secundada por Italia, y quizá por otros que parecen apoyarla en silencio, los consejos informales fallecerían de muerte natural. Lingüística.

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