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La Isla se convierte en capital del flamenco al recordar a Camarón con un gran homenaje

San Femando se vuelca en varios actos culturales y anuncia la creación de una fundación

Con el levante azotando, el pueblo volcado, la familia emocionada y los amigos felices, San Fernando se convirtió ayer en la capital del flamenco; es decir, en lo que siempre ha sido: el sitio donde nació Camarón de la Isla. Fueron doce horas largas de homenaje al genio más venerado de la historia de este' arte, que él elevó a alturas insospechadas de calidad y popularidad. "Tardará mucho en nacer otro igual", dijo su viuda, Dolores Montoya. Universal presentó de un golpe la Integral de su obra; un disco inédito en directo, París, 1987, 50 compactos del archivo y un enorme concierto.

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Fue un día memorable, lleno de amor a un hombre que murió demasiado pronto, pero cuyo recuerdo durará para siempre. Camarón era un dios, lo sigue siendo, y éste es su santuario. San Femando guarda los rincones que definen la vida atormentada y gozosa de este artista, cuya imaginería supera en intensidad a cualquier otra: Camarón vestido de torero a la edad de la comunión; Camarón entrando a matar un carretón; Camarón en un busto; Camarón en bronce; la iglesia donde se bautismó Camarón; la calle donde Camarón corrió de niño, y, por fin, la Peña Camarón. Allí, un altarcito con su traje oscuro, su pañuelo de lunares color corinto, un pin que es una gamba de oro y una virgen de plata colgando de una cuerda de montañero. Así era el dios, guapo y descompuesto, frágil y hercúleo.

Hace un calor de muerte y las cámaras se agolpan en la puerta. Su viuda, la Chispa, y los cuatro herederos, Chema, Rocío, Luis y José, se retrasan una hora. Es el día de la resurrección del mito. Toda su obra aparece en 19 discos compactos (29.900 pesetas). Sale a la calle un disco inédito, en directo con ocho canciones y una pista en CD-Rom de regalo grabado en París en 1987. Su compañía, Universal (antes Fonogram), presenta también los primeros 50 discos históricos, rescatados por José Manuel Gamboa y Femando Crespo. Vale cada uno 1.995 pesetas y contienen muchos nombres que admiró Camarón: La Perla, Pepe y Paco de Lucía, Manolo Caracol, El Indio Gitano...

Respeto por un artista

El despliegue humano y de medios técnicos es una cosa insólita en la música española. Tanto respeto por un artista, tanta admiración parece un milagro. Hay periodistas de toda España (muchos catalanes, casi más que anda luces), camaronistas de medio mundo, la compañía discográfica en pleno y especialistas entregados a la causa.

El eco agreste del monstruo suena muy lejano en medio de toda esta .algarabía, que él seguramente hubiera odiado, pero ahí están sus amigos, su familia. Está el Chato de la Isla, paisano y me dio tocayo, que no puede contener las lágrimas. Está su productor de muchos años y 10 discos, Ricardo Pachón. Sólo se echa de menos a la familia Sánchez, la de los Lucía: Antonio, el padre, y Paco, Pepe y Ramón, los herma nos. Paco fue su guitarrista, su amigo y su hermano mayor durante 13 discos. Hoy han pasado siete años y Paco no está aquí, pero la verdad es ésta: la música de Camarón era de Paco de Lucía, que además renunció a firmar muchas canciones. En cuanto a las letras, sólo 13 veces, y algunas a medias, fueron realmente de Camarón. Pepe de Lucía, Fosforito, Antonio Sánchez, Antonio Humanes, Joaquín El Canastero, Kiko Veneno, Lorca y Fernando Villalón fueron los letristas más asiduos. No hay nada que reclamar ni nadie tiene la culpa.

Finalmente, empezó la rueda de prensa con una explosión, de belleza. Han llegado Chispa y los niños, y cuando éstos se esconden en un segundo plano, habla la viuda: "Estoy muy orgullosa del reconocimiento qué José tiene en toda España, y muy feliz porque después de siete años está más vivo que nunca. Ya está". Aplausos. Habla Pachón. Lo conoció cuando tenía 13 años. El vendía muebles. El niño rubio lloraba en la Venta de Vargas porque un americano borracho acababa de romperle su guitarra sin querer (¿será esto una metáfora del flamenco?). Pachón le produjo La leyenda del tiempo. Ahí nació el mito. Se dejó la barba y todos los gitanos se la dejaron. Grabó flamenco con baterías y abrió las puertas a la fusión. "Creo que llegamos a querernos. Era mejor persona que cantaor. Nunca criticó nada. A todo le encontraba algo. Sufrió mucho. Siempre se estaba riendo. Era un espíritu puro".

El director artístico de Universal, Nacho Sáenz de Tejada, entrega a Dolores Montoya la caja de las obras completas, y entonces vienen las preguntas: "¿Cómo es su situación económica?". "Es buena, podía tener más, pero no me quejó., Tenemos salud y suficiente para vivir. Con eso está bien".

A su lado, el alcalde de San Fernando, el andalucista Antonio Moreno, se compromete por fin a llevar adelante el proyecto de una Fundación .Camarón que deposite en su casa natal toda la obra relativa a José Monge. Más aplausos, y pausa hasta el concierto nocturno.

Artistas de primera línea, con la ilusión del primer día en la sonrisa, y un público lleno de entusiasmo (unas 3.000 personas) ponen broche de oro al día mundial del sentimiento camaronero. José se deja ver enseguida. La Bahía levanta un vendaval, un auténtico siroco gaditano, pero todos pierden el miedo al pisar el escenario. Tomatito arrasa con su grupo con cuatro temas y los pelos alborotados. Sale el tío Juan Habichuela, y su sobrina Marina Heredia borda unos tangos y los remata con la Bim bom bera. Luego, Carmen Linares, señorial como siempre, hace del homenaje una maravilla por alegrías. Compareció Raimundo Amador con sus botas de serpiente y su guitarra sibilina. Los 100.000 habitantes de San Fernando no están durmiendo. Su hijo favorito vive, todavía. Y el fin de fiesta retumba en el corazón gigantesco del encantaor isleño.

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