Los misteriosos arcos de Neptuno
Durante 15 años, los científicos planetarios han sabido que existe algo raro en Neptuno. Como los otros grandes planetas gaseosos en el sistema solar, tiene anillos, pero al contrario que los otros también muestra unos arcos, brillantes aglomeraciones de restos a lo largo de uno de los anillos. Nuevas observaciones muestran que los arcos siguen donde estaban cuando los observó el Voyager 2 en 1989, a pesar de que deberían haber desaparecido.
Los arcos se encuentran perfectamente, pero los teóricos están hartos de ellos. Las mismas observaciones que mostraron la existencia de los arcos en la actualidad también mostraron que no son exactamente lo que se supone que son. Eso ha forzado a los teóricos a desechar la explicación aceptada de la misma existencia de los arcos. Los arcos en el anillo exterior de los dos principales de Neptuno fueron detectados indirectamente en 1984 y fotografiados por el Voyager 2 en 1989. Existen a lo largo del llamado anillo de Adams. Son tres, bautizados con los nombrs de Liberté, Egalité y Fraternité, y ocupan la novena parte de la circunferencia del anillo. Es como si fuera un tren de juguete en el cual determinadas secciones son mucho más brillantes que otras.
Normalmente, los efectos de la gravedad harían que el material en los arcos colisionara entre sí y derivara separándose hasta que se convirtiera el anillo en uno continuo y uniforme. Los arcos que han aparecido alrededor de Saturno han hecho justo eso, y al cabo de unos pocos meses ya no se podían distinguir.
Sin embargo, los arcos de Neptuno persistieron entre 1984 y 1989 y las nuevas observaciones, realizadas el año pasado con el telescopio espacial Hubble y un telescopio terrestre en Hawai, mostraron que la situación no ha cambiado mucho. "Son muy estables", ha dicho Bruno Sicardy, de la Universidad de Paris VI, líder del equipo que ha hecho las observaciones desde Hawai.
Hasta ahora predominaba una teoría para explicar la persistencia de los arcos, que tiene que ver con las resonancias, las interacciones gravitatorias entre objetos que pueden crear áreas de estabilidad. En este caso, la teoría sostenía que la resonancia entre los arcos y una pequeña luna cercana, Galatea, creaba 86 segmentos estables a lo largo del anillo. De los 86 sólo unos pocos tenían material extra, quizás derivado de colisiones entre fragmentos mayores, que les hacían aparecer como arcos.
Área de estabilidad
Pero las nuevas observaciones, que se comunican en la revista Nature, crean problemas para esta teoría, porque los astrónomos han determinado de forma más precisa la situación y el movimiento de los arcos y de Galatea y eso les ha permitido establecer exactamente dónde debería estar el área de estabilidad. Los arcos se encuentran fuera de este área por unos 66 metros. Aunque esta distancia puede parecer pequeña, no existe la aproximación en este caso. Para el caso, podían ser 6.666 metros. Los arcos, dice Sicardy, "están muy cerca de la resonancia pero no están en la resonancia".
Vista retrospectivamente, la teoría presentaba algunos problemas. Por ejemplo, los arcos eran más largos de lo que deberían ser. El jefe del equipo del Hubble, Christophe Dumas, coincide con Sicardy en que una variación de otra teoría puede ser la buena. Esta segunda teoría tiene en cuenta la actuación de dos lunas, Galatea y otra no observada. Si una o más lunas invisibles y pequeñas influyen sobre los arcos creando una compleja red de resonancias, su existencia puede tener una explicación, que no podrá ser confirmada hasta que se puedan observar las lunas con mejores telescopios o se encuentren en el archivo de imágenes del Voyager 2.
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