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Reportaje:

Los italianos, como en casa

El sustrato cultural latino y mediterráneo no sabe de las fronteras trazadas por los humanos. Por eso, aunque un italiano diga buona sera y un valenciano bona vesprada, ambos siempre llegan a entenderse. El siciliano Domenico Fazio vive y trabaja en El Campello (L"Alacantí) desde 1986 y se encuentra "como en casa", según sus propias palabras. Todo son similitudes con la tierra en la que se crió: el clima, el mar, la fisonomía de las ciudades y pueblos, el carácter de la gente e incluso el idioma. Domenico asegura que el italiano que se habla en su pueblo, Augusta, al este de Sicilia, es tan similar al valenciano que desde el primer momento no tuvo que hacer ningún esfuerzo por entender y responder a los clientes de su pizzeria que se expresan en esa lengua. Domenico puede dar fe de que en la fría Europa norteña se considera a la costa valenciana un lugar con prodigiosos efectos para la salud. Su mujer, holandesa, sufría una lumbalgia tan grave que la obligaba a estar en silla de ruedas. Los médicos le aconsejaron que cambiaran su residencia por la Costa Blanca. Tras un periodo de prueba en 1983, Domenico cerró su restaurante en Holanda y se mudó a El Campello tres años más tarde. Ahora su mujer está totalmente curada. A Domenico sólo le molestan los impuestos, que considera excesivos. En su pizzeria trabajan su mujer y sus dos hijos. No entiende por qué, siendo familiares que viven bajo su mismo techo, tiene que hacerles un contrato laboral, con sus correspondientes obligaciones fiscales. Pero ese inconveniente no es suficientemente fastidioso como para hacerle pensar en volver. Domenico asegura que en la Comunidad Valenciana ha aprendido a estar "siempre alegre", incluso cuando tiene que soportar la informalidad que percibe en los valencianos. "Llamé el año pasado al fontanero y me dijo que vendría al día siguiente. Todavía le estoy esperando", cuenta, y reflexiona: "yo soy italiano y lo entiendo, pero si le pasa lo mismo a un alemán se vuelve loco". Lo que más le gusta. El comportamiento de la gente, por ser tan similar al de sus paisanos. La norma es sencilla: "tú me respetas y yo te respeto". El sur y el Mediterráneo los considera Domenico como los nexos de unión entre Sicilia y la Comunidad Valenciana. Lo que menos. La burocracia. Cita su experiencia en la Oficina de Extranjeros de Alicante; las colas desde las siete de la mañana, la necesidad de renovar el permiso de residencia tras de los primeros cinco años y otros suplicios con sabor a manguito. Lo que más le sorprendió al llegar. Domenico define su Augusta natal como "un pueblo siciliano de comportamiento muy cerrado, donde la amistad es la amistad y si te portas mal, más vale que te vayas". Le sorprendió comprobar que en los pueblos valencianos también se dieran situaciones similares. Y si habla sólo de El Campello, para él fue muy curioso descubrir un sitio tan parecido a Augusta. "La zona del puerto es igual: su club náutico, su paseo, los amarres para los barcos...", cuenta. Así nos ve. Personas orgullosas en su manera de comportarse y muy amables. Sólo un defecto: la falta de puntualidad. "Yo siempre llego cinco minutos antes y, de hecho, esta entrevista es la primera cita en la que unos valencianos han sido puntuales conmigo", asegura. "Bueno, cuando vienen a por una pizza que han encargado, también, porque tienen el estómago vacío", bromea.

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