Fantasías en el castillo
De los espacios mágicos y el fresco artificial de la sala de cine, los invitados al estreno de La amenaza fantasma pasaron a las copas y canapés, entrada la madrugada, en un escenario a cielo abierto pero de arquitectura hermética, de la auténtica Edad Media, el Castillo de Bellver. La fiesta cerrada para cinéfilos y diletantes se efectuó de pie, en el patio de armas, donde se ofrecía música insinuante, mientras los efectos de luces tenues dibujaban aguas sobre las piedras y los arcos de esta muy bella y extraña fortaleza gótica circular, que domina la brumosa bahía de Palma.Los coloquios esencialistas o socio banales y los reencuentros rememorando horas de sol y rutas náuticas sucedían mientras que camareros de negro plus y collar fosforescente desplazaban jofainas de tomatitos-cereza con dados de queso y jamones fileteados. Después de cinco horas, el personal sin dieta pudo aliviarse en otro ámbito con mucho arte: los baños rupturistas creados por el arquitecto Elías Torres en el exterior del castillo, bajo la celda en la que escribió, preso por liberal, Gaspar Melchor de Jovellanos.
Babelia
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