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Reportaje:

Marroquí bajo la Ley de Extranjería

En los nueve años que el marroquí Abderrahim El Jamali lleva en Alicante no ha tenido problemas graves, pero si ha sufrido algún desencuentro, ha sido con la policía. "Eso es consecuencia de la Ley de Extranjería, que no deja espacio al inmigrante para que desarrolle su libertad y su integración", argumenta. Abderrahim vive feliz en El Campello (L"Alacantí), donde ha fundado una familia y ha podido establecerse como vendedor en un puesto del mercadillo del Paseo Marítimo. Pero la Ley de Extranjería gravita sobre él como una amenaza. "No puedes olvidarte de ella, porque si te falta un solo papel, te quitan el permiso de residencia", cuenta. Pero esta ley es casi la única desventaja que puede citar Abderrahim respecto a su vida en la Comunidad Valenciana. "El ambiente aquí es muy bueno, hay posibilidades de trabajo y el clima es casi como el del Magreb", afirma. Pero la felicidad no es desmemoria. "De Marruecos lo echo todo de menos: a mis amigos y compañeros, a mi barrio", enumera. Por eso piensa volver para pasar allí los últimos años de su vida. Mientras llega ese momento, calma la nostalgia viajando a su país cada año. Abderrahim cree que las similitudes de la Comunidad Valenciana con el Magreb van más allá del clima. "Creo que no hay muchas diferencias... quizá el nivel de vida o el consumo, que es mucho más disparatado que en Marruecos. Yo vivía en un barrio popular de Rabat y a nivel humano y de alegría no hay muchas diferencias", considera. Además, está la comida. "Muchos platos considerados típicamente valencianos son de origen árabe", reivindica. Pero esta proximidad que él capta no tiene reflejo en la labor de las instituciones que, pese a los lazos históricos que unen a España con la cornisa norteafricana, prefieren que sus miradas crucen el Atlántico antes que el Mediterráneo. "Aquí sólo se piensa en América Latina, pero la actividad cultural relacionada con el Magreb es casi nula. Pocas veces se ha invitado a intelectuales de Marruecos, Argelia o Túnez, y también es muy difícil ver en el cine una película que venga de allí", asegura. Políticamente, Abderrahim se sitúa en la izquierda. Tenía la idea de España como un país con muchos habitantes empujados a la inmigración y esperaba encontrar una mayor comprensión. Sobre todo, no puede entender por qué "una región históricamente republicana vota al PP". Lo que más le gusta. En Alicante, Abderrahim ha podido encontrar un ambiente multiétnico, y destaca los vínculos con el Magreb de muchos vecinos nacidos allí. Lo que menos. La Ley de Extranjería, que "condena a los extranjeros no comunitarios a la marginación". Lo que más le chocó al llegar. Las noches de El Barrio. "Me sorprendió cómo cambia de aspecto los fines de semana y la jungla humana que lo frecuenta", dice. Cómo nos ve. Abderrahim considera difícil clasificar a la gente con la que convive, porque el mapa humano de Alicante es muy variado. "Hay gente de Alicante, pied-noirs (europeos nacidos en Argelia antes de la descolonización), gente nacida en Marruecos, europeos que viven en Alicante", enumera. Pero puestos a generalizar, Abderrahim considera a la élite social "un poco hipócrita", mientras que "a la gente sencilla no le importa de dónde has venido si eres un trabajador como ellos". Es una impresión que le lleva a una última reflexión política: "Los trabajadores saben que ninguna fábrica ha cerrado por culpa de los inmigrantes. Las fábricas cierran y se genera paro por culpa de los capitalistas".

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