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La guerrilla colombiana desmiente el secuestro de un avión venezolano

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano ha desmentido su participación en el supuesto secuestro de un avión comercial venezolano con 16 personas a bordo en la frontera entre ambos países. Este anuncio ha añadido más confusión sobre la suerte del aparato desaparecido el viernes. Un portavoz de la compañía de aviación Avior aseguró ayer desde Caracas que los secuestradores han empezado a ponerse en contacto con las familias y les han dicho que todos los pasajeros "se encuentran bien".

"Nosotros cumplimos los compromisos de no realizar operaciones en territorio venezolano", dijo ayer Antonio García, segundo comandante del ELN. Con esta declaración, este grupo trata de desvincularse de la responsabilidad de un secuestro aéreo que le atribuye tanto el Ejército colombiano como el venezolano. En la declaración leída en una cadena de radio, el jefe del ELN subrayó su inocencia: "No tenemos nada que ver con ese hecho". Esta afirmación causó una enorme confusión en Venezuela, donde las autoridades respaldan la versión colombiana que señala al ELN como el responsable. En Colombia, a pesar de las últimas salidas en falso del ELN -que incluyen informaciones y desmentidos aún no aclarados sobre si cobrarán o no por las 70 personas retenidas en tres secuestros masivos-, no se dio mayor credibilidad a esta noticia. De ser cierto ahora el desmentido del ELN, quedarían sólo las bandas de narcotraficantes que operan en esa zona fronteriza como principales sospechosas del secuestro de los 16 pasajeros. El otro grupo insurgente que opera en el país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), adquirió también ayer protagonismo al confirmarse el balance trágico de su asalto a la localidad de Nariño, al sur de la provincia de Antioquia, que se cobró la vida de 15 personas. El Ejército reconoce la cifra en un parte de guerra: ocho policías y de siete civiles, entre ellos, cuatro menores. El ataque contra Nariño empezó el viernes. En el día de ayer, esta localidad colombiana continuaba aislada del resto del país. "El pueblo está semidestruido", dijo el general Víctor Julio Álvarez, que reveló que el asalto comenzó, como en otras ocasiones, con el lanzamiento de cilindros de gas repletos de metralla. Los soldados que trataron de acudir en socorro de la policía local fueron emboscados. El general Álvarez admitió un número "indeterminado" de agentes desaparecidos. Entre tanto, en Medellín no ha terminado aún el desescombro de las ruinas de las viviendas destruidas por el coche bomba activado el viernes frente al Gaula, unidad antisecuestro del Ejército. Las autoridades ofrecieron 700 millones de pesos (400.000 dólares) a quien dé información sobre autores del acto terrorista que dejó 10 muertos y más de 30 heridos. El Ejército, que desde el inicio señaló a las Milicias Bolivarianas de las FARC como responsables, insiste en su versión. Las milicias, apoyo urbano a los grupos insurgentes, surgieron en Medellín en l991. Las hay de las FARC y del ELN, y de un grupo que se autoproclama independiente. Todos aseguran "luchar por el pueblo", todos combinan el trabajo comunitario con tareas de limpieza social (ejecutan a delincuentes), y, en distinta medida, han estado ligados a la práctica del secuestro. "La mayoría son jóvenes sin formación que controlan zonas muy amplias [barriadas de 20.000 o 30.000 personas], en las que deciden quién puede y quién no puede entrar en ellas; definen linderos o resuelven los problemas familiares. Es el mismo modelo de justicia de la guerrilla en las zonas que controla aplicado a la ciudad", dijo a este periódico Alonso Salazar, periodista e investigador conocedor del caso.

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