El entierro del rey desata la emoción popular
Miles de policías y soldados abrieron paso al cortejo fúnebre entre una multitud enfebrecida
Como en una reedición de la Marcha Verde que desalojó a España del Sáhara Occidental en 1975, los marroquíes, residentes en Rabat o llegados de otros puntos del país, confluyeron ayer en el centro de la capital para acompañar a HassanII, su rey desde hacía 38 años, hasta la tumba. En grupos de varios centenares, casi todos integrados por jóvenes que aún no habían nacido entonces, desfilaban con retratos del monarca fallecido y banderas del reino al viento para recomponer una imagen que es todo un icono, un símbolo de nación en marcha, en el país magrebí. Rítmicamente, coreaban sus gritos de dolor: "El rey ha muerto, llorad con nosotros". Los miles de policías, gendarmes y soldados desplegados en la capital les abrían paso.
Muchas mujeres se desmayaban al mediodía bajo el intenso calor húmedo de Rabat, mientras los servicios de emergencia no daban abasto para evacuarlas hacia improvisados centros de socorro instalados en tiendas de campaña en las inmediaciones del recorrido del cortejo fúnebre por el centro de la ciudad. El agua se agotaba cada poco en los camiones cisterna dispuestos por las autoridades para saciar la sed de los ciudadanos.La mayoría de los ciudadanos agolpados en Rabat aguardaban desde la noche del viernes, momento en el que se conoció la muerte de Hassan II, a lo largo de la céntrica avenida de Mohamed V el paso del cortejo fúnebre.
Para la aglomeración urbana de Rabat-Salé, semejante concentración humana supuso prácticamente duplicar su población habitual. Rabat era una ciudad de luto: sin tráfico de vehículos, sometida a un gran despliegue de seguridad, con casi todos los comercios y locales públicos cerrados.
Y en el resto de las grandes ciudades del país, se sucedían las concentraciones fúnebres en honor al monarca alauí. En Casablanca, grupos de jóvenes obligaron de nuevo a los propietarios de los cafés y los locales que seguían abiertos al público a que cerraran sus puertas. Algunos de ellos terminaron con los cristales rotos.
"Nuestro gran rey ha muerto, nuestro padre se ha ido, ahora sólo queremos que el nuevo rey siga sus pasos", gimoteaban varias mujeres a las puertas del Palacio Real de Rabat. Poco antes, en el barrio de Tuarga de Salé, en la otra orilla del estuario que le separa de Rabat, tres ancianas lloraban ante la mezquita de Sudán por la muerte del monarca.
37.000 policías
Más de 37.000 policías de desplegaron ayer en Rabat, según la agencia oficial de noticias MAP, para controlar a la marea humana que desbordó las calles de la capital. Pero en los tramos finales del cortejo fúnebre, a su llegada al Mausoleo de Mohamed V, los anillos de seguridad que circundaban al féretro y al séquito de dignatarios marroquíes e internacionales parecían insuficientes ante la presión ciudadana.
La mayoría de los ciudadanos de a pie que asistieron al desfile ceremonial habían acudido andando hasta el centro de la capital del país, después de que los autobuses, taxis y ferrocarriles interrumpieran su servicio. Otros muchos habían dormido en las calles, en jardines cercanos al Palacio Real, para estar más cerca de la comitiva fúnebre en su último adiós al monarca.
En medio de la masiva concentración de duelo, algunos vendedores de agua, ataviados al estilo de Marraquech, aliviaban la sed de las personas que pugnaban por colocarse ante el paso del cortejo real.
Frente a la aparente apatía que se vivía en las calles de Rabat a lo largo del sábado, la movilización ciudadana vivida ayer durante el entierro desbordó todas las previsiones de las autoridades. El desfile del féretro camino de su tumba duró menos de lo previsto: apenas se prolongó tres horas, frente a las seis horas que el Gobierno había estimado.
El recuerdo del fallecido Hassan II dominaba toda la ciudad, frente a la escasa presencia de retratos del nuevo rey Mohamed VI. La televisión estatal, sin embargo, se encargó de ensalzar su figura con continuos planos fijos del joven monarca a lo largo de la ceremonia fúnebre.
El entierro de Hassan II representó ayer sin duda la mayor movilización ciudadana de la historia de Marruecos desde la Marcha Verde.
La magnitud con la que se desarrolló el entierro de Hassan II, apenas tiene comparacíón posible en el mundo árabe, y superó con creces a los actos fúnebres celebrados en memoria del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, en 1970, o del rey Hussein de Jordania, fallecido el pasado mes de febrero.
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