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El Partido Popular Europeo amenaza con aplazar la investidura de Prodi

Xavier Vidal-Folch

Vuelven las turbulencias. El próximo presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, tuvo ayer un encontronazo con el nuevo Parlamento. El Partido Popular Europeo (PPE), primer partido parlamentario, amenazó con aplazar su investidura, prevista para el 15 de septiembre. Causa próxima: el malestar de los democristianos alemanes porque ninguno figura en su equipo. La presidenta de la Cámara, Nicole Fontaine, les prestó eco, abriendo el rifirrafe entre democristianos y socialistas. Los liberales apoyaron a éstos, cambiando su alianza de la víspera.

La causa remota del litigio fue el sectarismo del canciller socialdemócrata alemán, Gerhard Schröder, al ignorar a la oposición en su propuesta de comisarios a Prodi. Éste se plegó. Con razón, el portavoz del PPE, el alemán Has Pöttering, recordó ayer que ningún otro país con dos comisarios, Francia, Italia, Reino Unido y España, ha excluido a la oposición. Pero ése es un debate muy interno alemán, que "no debería trasladarse a esta orilla del Rin", a la UE, le replicó el socialista Enrique Barón, acusándole de tomar a Prodi como "rehén de un problema doméstico".Los eurodiputados de la CDU (Unión Democratacristiana) alemana y los conservadores británicos pretendían protestar obstaculizando la investidura del colegio de Prodi, cargándose a algunos de sus miembros en las audiencias parlamentarias previas de la última semana de agosto y primera de septiembre o aplazando la investidura. Para ello propusieron que el segundo informe del Grupo de Sabios (el que provocó la dimisión de Jacques Santer), contratado para el mismo 15 de septiembre, debe llegar antes de las audiencias, bien adelantándolo al 23 de agosto, bien aplazando los interrogatorios.

La nueva presidenta, Nicole Fontaine, siguió a la CDU: "Sería inconcebible que invistiéramos a la Comisión sin tener conocimiento previo del segundo informe", sin leerlo "antes de las audiencias", dijo. Le replicó Prodi, con enfrentamiento soterrado, asegurando que le "gustaría que se publicase cuanto antes", pero "siempre respetando los plazos". Es decir, sintonía en un deseo vago y desacuerdo al mantener el 15 de septiembre para la investidura y para el informe.

Equilibrio ideológico global

Prodi defendió que su colegio expresa un "equilibrio" ideológico global. Le saltó al cuello Pöttering: "Usted no ha participado" en la elección de los comisarios, Bonn le hizo "un diktat". Y le preguntó cómo responderá si la Cámara se carga en las audiencias a algún candidato. Barón ayudó al professore: "Este Parlamento tiene la obligación ante los ciudadanos de construir, no de destruir; no podemos seguir con la Comisión en la ruina absoluta y seguir en el pim-pam-pum, como en una barraca de feria", argumentó, defendiendo que el informe de los sabios será "útil" pero no unas "tablas de la ley". Coceó al alemán: "Aquí jugamos la Liga Europea, no la Bundesliga".Los populares se quedaron aislados. El liberal Pat Cox rompió su sintonía de la víspera con el PPE al postular la aceleración del informe, "pero sin frenar el proceso de las audiencias" y reivindicó cumplir el calendario para evitar "la guerrilla institucional entre septiembre y enero". El verde Paul Lanoye se le sumó. Fausto Bertinotti (Izquierda Unitaria) no entró al trapo y la radical Emma Bonino pagó con generosidad el mal trato recibido de Prodi: "Le deseo suerte". Los líderes del PPE más institucionalistas y contrarios a la fronda germano-británica, entre ellos los españoles, callaron como mudos.

En su ambigua respuesta a Pöttering, Prodi reiteró que si a algún comisario le salta un caso, él mismo le pedirá que dimita, pero que, de lo contrario, conviene que el Parlamento respete a su equipo, "que es cohesionado y orgánico". Y devolvió las puyas a los eurodiputados, recordando la abstención en los comicios europeos, demostrativa de que la crisis también alcanza a la Cámara.

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El calendario depende ahora de si los sabios aceleran su texto y de si el aislamiento del PPE se reproduce en la conferencia de presidentes de grupo. Si es así, Prodi lo tendrá más fácil. De lo contrario, sudará, y la crisis institucional se prolongará.

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