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Entrevista:

"Mi ilusión es dotar al Parlamento de una verdadera dimensión política"

Xavier Vidal-Folch

Mario Soares (Lisboa, 1924), ex primer ministro y ex presidente de Portugal, es una figura emblemática del socialismo moderado. Presidente del Movimiento Europeo, se muestra preocupado por la pérdida de terreno de los cristianodemócratas, uno de los pilares de la construcción europea, dentro del PPE. Critica el "encorsetamiento" burocrático de la Cámara y propone dotarla de una nueva dimensión política.Pregunta. La participación en las elecciones europeas no fue muy alentadora para el Parlamento.

Respuesta. Me chocó el evidente descenso socialista. Es normal que los electores enseñen la tarjeta amarilla a los Gobiernos, pero el castigo superó lo previsto. Y me chocó el fuerte nivel de abstención. Demuestra que algo no funciona, que el mensaje europeo no llega a los ciudadanos.

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P. ¿Por qué? R. Porque el Parlamento ha estado muy concentrado en la reforma de sus estructuras internas, como el Estatuto de los Diputados, y no ha asumido el papel político que reclaman los ciudadanos y les habría interesado.

P. ¿Por qué un hombre con tanta trayectoria se presenta a la elección? R. Me lo propusieron los líderes socialistas de los quince Estados miembros y luego los eurodiputados del grupo. P. ¿Por qué se ha roto el pacto socialistas-populares para compartir la presidencia?

R. El grupo socialista quería una orientación clara. Decidió entrar en contacto con el PPE, pero sin abdicar del propósito de ostentar la presidencia en la primera parte del mandato. Pero ellos no aceptaron, quisieron imponer un diktat, ostentarla ellos antes.

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P. Argumento tenían, puesto que fueron la lista más votada.

R. Es verdad que fueron los más votados, pero hay otras razones, como la necesidad de la alternancia. El último presidente de la Cámara fue un miembro del PPE. El grupo socialista, unánime, rechazó la imposición, aunque evitando que este desacuerdo se extendiese a otros campos. Les dije que estaba dispuesto a todo, pese a los riesgos, porque ésta es una candidatura con riesgos, pero les advertí que eso abriría una nueva dinámica. Enrique Barón formuló la propuesta de conseguir una "mayoría plural y progresista", idea que yo apoyo. Envié a todos los grupos una carta proponiéndola. Todos han respondido, menos el PPE.

P. ¿Cuál es su prioridad en caso de victoria?

R. Mi ilusión es dotar al Parlamento de una verdadera dimensión política. La Cámara debe debatir más y mejor los asuntos de actualidad, como la situación en los Balcanes o la política de empleo, y no quedar encorsetada por una estructura burocrática.

P. Ahora se presenta más dividida.

R. Hay dos grandes divisiones. Una, entre derecha e izquierda. Yo estoy claramente en la izquierda, no en el centro, sino en la izquierda abierta al centro, pero no soy de centro. La otra es el europeísmo: por un lado, los que están por Europa, por una Constitución Europea, y por otro, los que están contra todo progreso en la construcción europea. Yo soy un europeo convencido. Acabo de recibir una carta curiosa, la de un atento eurodiputado que me anuncia que no me votará, porque es "antieuropeo militante"; porque discrepa de que la abstención se debe a la "indiferencia", como yo pienso, y sostiene que obedece al "rechazo"; y porque trabaja "contra el proyecto de una Constitución Europea". En el grupo socialista no tenemos esa división.

P. ¿Cómo ve al partido rival?

R. El PPE no es ya el grupo democristiano. Los demócrata-cristianos han perdido mucha fuerza y es una desgracia porque son muy europeístas. Hay muchas corrientes dentro del actual PPE y sus contradicciones acabarán aflorando. Es muy preocupante el ascenso de los conservadores británicos, y aunque entre los liberales hay muchos europeístas, no sabemos cómo serán las relaciones de fuerza entre unos y otros. Temo que una buena parte opte por pasar al obstruccionismo institucional, que caigan en la tentación de tumbar a la Comisión de Romano Prodi para erosionar a los Gobiernos socialistas. Nosotros apreciamos a Prodi y deseamos que con él la Comisión recupere la altura que le dio Jacques Delors, impulsando la construcción europea y prestigiando a las instituciones.

P. ¿Qué papel deberá jugar el Parlamento respecto de la Comisión?

R. Ejercer plenamente sus funciones fiscalizadoras y de control institucional, pero al mismo tiempo dándole fuerza y prestigio. No debe destruirla. Y la Comisión debe comprender que tanto como del Consejo depende del Parlamento, no es sólo una emanación de los Gobiernos. La crisis pasada ha tenido efectos positivos, pero debemos evitar que las instituciones europeas se conviertan en una jaula de grillos.

P. ¿Qué le falta a la Unión Europea?

R. Tenemos una unión monetaria en marcha. Necesita el complemento económico, social y político, porque de lo contrario nos arriesgamos a que acabe colapsándose. Necesitamos una verdadera política exterior y responder a las urgencias sociales y ecológicas, que interesan a los más desfavorecidos, con el modelo social propio. Sin combatir el paro y la exclusión social, Europa no avanzará. Necesitamos responder a la demanda de Europa que se multiplica en otras áreas geográficas.

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