"Tendremos fricciones con el Consejo, pero eso es normal"
Nicole Fontaine (Normandía, 1942), católica y centrista, colaboradora de Simone Veil, ocupa una vicepresidencia del Parlamento desde 1989. Tiene fama de eficaz y dialogante. Asegura que las continuas afiliaciones de corrientes conservadoras al Partido Popular Europeo (PPE) carecen de efectos prácticos negativos. Se propone "visualizar" más el papel político e internacional de la Cámara.Pregunta. El nuevo Parlamento se constituye sobre una gran abstención electoral. ¿Le preocupa?
Respuesta. La alta abstención en algunos países revela un desconocimiento de la Unión Europea y del Parlamento. En otros, como España, ha sido menor, porque la opinión pública estaba más movilizada. Ello nos pide una revisión de la estrategia de comunicación y los mecanismos de aproximación a los ciudadanos.
P. Quizá es porque algunos asuntos candentes, como la guerra de Kosovo, han cedido paso en el hemiciclo a las disputas institucionales.
R. A veces, lo espectacular emerge más fácilmente en los medios y prima sobre las cuestiones de fondo, lo que provoca cierta desafección. Se ha silenciado el hecho de que el Parlamento fue la primera institución que reclamó que Slobodan Milosevic fuese llevado ante el tribunal que juzga los crímenes de guerra. Si resulto elegida, una de las primeras iniciativas que tomaré será acudir a Pristina, para simbolizar la voluntad de la Cámara de asociarse a la reconstrucción de los Balcanes. Quiero reforzar el trabajo de visualizar la labor de la Cámara.
P. Por vez primera en doce años, candidatos de los dos grandes grupos se enfrentan. ¿Qué ventajas conlleva esa contienda?
R. La elección estaba totalmente programada, prácticamente hecha, y a muchos no les merecía la pena acudir a votar. Éste es un gran cambio, el prólogo de una profunda maduración política de la institución.
P. Usted es una centrista de largo historial, pero el PPE es cada vez menos demócrata cristiano, se le van añadiendo conservadores.
R. El grupo se ha ampliado, sí, pero no tengo la sensación de que esto nos haya hecho perder nuestra identidad. Primero vino el PP español, que no era demócrata cristiano, pero sí demócrata y europeísta. Su incorporación no ha supuesto ningún problema práctico, al contrario. La llegada de los conservadores británicos parecía más delicada, pero han jugado el juego, pese a algunas abstenciones en informes que propugnaban una mayor integración europea. En cuanto a Forza Italia, su convicción europea es muy potente. No hay divisiones en el grupo. Hemos completado el difícil proyecto que soñó Helmut Kohl, el de un grupo parlamentario moderado que superase a los socialistas. Cierto que hay casos aislados complicados, pero recuerde que cuando un parlamentario escéptico llega a Estrasburgo suele convertirse. Es lo que ocurrió con lord Cockfield , que acabó siendo eliminado porque se había contaminado de europeísmo.
P. ¿Cómo deben establecerse ahora las relaciones entre el Parlamento y la Comisión?
R. Hemos de extraer las lecciones de la reciente crisis. Por vez primera, el Parlamento ha utilizado los poderes del Tratado. Ahora le corresponde otorgar la investidura al conjunto de la Comisión. Romano Prodi lo ha comprendido bien: quiere mantener unas relaciones lo más estrechas con la Cámara, asumiendo que a ésta le corresponde el control político, que ahora se desarrollará con el segundo informe del Comité de Expertos , las audiencias individuales a los comisarios y el proceso de investidura. Prodi ha tomado una iniciativa muy oportuna al designar a Loyola de Palacio como encargada de las relaciones con el Parlamento, y elevar la importancia del encargo con una vicepresidencia. Es un buen augurio. Loyola es excelente, será un gran placer trabajar con ella, ambas somos mujeres entusiastas.
P. ¿Es ella más nacionalista y usted más europeísta?
R. Cuando se forma parte del Consejo como ministro es normal ser un poco más nacionalista, pero yo la veo como una europea, no tengo duda de ello.
P. Además de con la Comisión, el Parlamento se relaciona con el Consejo.
R. Esta relación tiene más riesgos. El Consejo tiene mayores dificultades en asumir que el Parlamento ha asumido más competencias. Yo misma he presidido unos treinta comités de conciliación y constato que el Consejo desea en cierta forma descartar al Parlamento de la próxima reforma institucional. Habrá friciones, pero eso es normal. El Parlamento ha conquistado unos poderes y quiere usarlos, pero ejerciéndolos responsablemente.
P. Algunos en su grupo, como la CDU alemana, parecen seguir en actitud levantisca, de guerrilla institucional.
R. Hans Poettering no comparte ese estado de espíritu. Es cierto que hay muchos decepcionados porque el canciller Gerhard Schröder ignoró el éxito electoral de la CDU. Esto pesará en la investidura de la Comisión, pero ello no implica que rechacemos la investidura. También Prodi lamentó la actitud de Schröder. Pero, al fin y al cabo, no creo que esta decepción tenga efectos graves.
P. ¿Qué piensa de Mario Soares? R. Exhibe un pasado maravilloso y es un hombre de prestigio. Pero en el actual contexto quizá sea preferible que la presidencia del Parlamento recaiga en alguien con un conocimiento detallado de las instituciones y los expedientes.
P. ¿Cuáles serán sus prioridades si es elegida? R. Utilizar de forma óptima las competencias que nos da el Tratado de Amsterdam, sin excluir el examen de la calidad de nuestro propio trabajo, porque somos un verdadero legislador, lo que conlleva mucha responsabilidad. Impulsar la reforma institucional, porque sin ella no habrá ampliación al Este, que es la principal prioridad, sin olvidar la necesidad de encontrar un equilibrio mediante el diálogo euromediterráneo. Reconciliar a los ciudadanos con el Parlamento, para lo que habrá que incrementar nuestra tarea sobre el terreno. Y ampliar el impacto de la Cámara en la esfera internacional, defendiendo los valores de la libertad, los derechos humanos y la democracia.
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