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Reportaje:

Un retablo con más de 30 responsables

Patricia Ortega Dolz

Una llave de hierro de más de 20 centímetros abre las puertas del templo románico más importante de Vizcaya: la iglesia de Andra Mari en Galdakao. Allí, bajo su ábside, se encuentra el retablo de San José, que data del siglo XVII. Desde el 15 de junio hasta el 15 de julio pasados este retablo de madera de nogal, que se halla en la parte izquierda del altar acompañado de otros como el de la Inmaculada, ha permanecido desmontado en las antiguas escuelas de Galdakao, que han sido utilizadas a modo de laboratorios. Más de 25 estudiantes de segundo, tercero y cuarto curso de la especialidad de restauración de Bellas Artes de la UPV han trabajado una media de seis horas diarías para devolverle su apariencia original. Disolventes, resinas sintéticas, colas, barnices y acuarelas han sido algunos de los elementos necesarios para despegar la mugre que cubría la mayoría de las piezas y para recomponer algunas de las partes que el paso del tiempo había arrancado. Un minucioso trabajo de desinfección y de consolidación de la madera, antes plagada de carcoma, permite viajar 350 años atrás y deja ver ahora el retablo tal como fue concebido. Las imágenes han recuperado su viveza: el rostro del santo y el del niño Jesús vuelven a tener el color sonrosado y la mirada vidriosa originales, y en los adornos y en las columnas relucen, otra vez, los tonos dorados. A los cinco artistas vascos que crearon esta obra de arte hace más de 300 años: Antonio de Aboytiz, a quien corresponde la traza; Pedro de Aboytiz, a quien se debe la escultura; los pintores Sebastián de Galbarriatu y Francisco de Bustrín y el carpintero Iñigo Urizar, han de unirse ahora los más de 25 que la han recreado. Con la restauración de esta parte del retablo se completa y se concluye la labor que comenzaron estudiantes de Bellas Artes hace más de 14 años bajo la dirección de la profesora Maite Urkullu, y gracias al convenio entre su facultad y el Museo Diocesano. La tarea, que ha tenido diferentes fases, ha sido continuada por la profesora Pilar Legorburu y por el profesor Fernando Bazeta, y subvencionada por el Ayuntamiento de Galdakao y por la Universidad del País Vasco. Pero en este proyecto de recuperación del patrimonio histórico vizcaíno aún hay otra protagonista que también ha alentado todo el proceso. Se trata de Mari, la mujer que guarda desde hace años la llave del templo. Su vida está íntimamente ligada a la iglesia. Ella es la encargada de cuidarla: cambia las flores y abre sus puertas y las cierra cada día. Su atenta mirada ha sido testigo de excepción en la reconstrucción del retablo. Ella ha acompañado a los grupos de estudiantes en sus visitas al templo y ha disfrutado, como si se tratase de su casa, los cambios que se han venido produciendo en la iglesia durante todos estos años. Primero fue el retablo central, que es el más grande de todos, y luego los cuatro más pequeños, los dedicados a Santa Águeda, San Miguel, la Inmaculada y San José, en orden de restauración. Los retablos, que rodean todo el altar del templo son las principales y las únicas piezas artísticas que contiene la parroquia que, a su vez, está declarada monumento histórico artístico. Su construcción se inició en el siglo XIII, aunque consta de una segunda parte de estilo renacentista. La realización de este proyecto no sólo supone la posibilidad de contemplar de nuevo una obra de arte, sino que además ha sido una oportunidad para muchos estudiantes de poner en práctica los conocimientos adquiridos en las aulas y de acercarse un poco a lo que será su actividad profesional futura. Ayer se inauguraba, en la propia iglesia del barrio de Ejalde, el retablo completo ya restaurado. El olor del incienso se mezclaba con el de los múltiples productos utilizados para la recontrucción de la pieza artística. Estudiantes emocionados, coordinadores y patrocinadores del proyecto acudieron al templo en lo que significaba el final de una tarea y la continuación de una historia: la de los retablos de la iglesia de Andra Mari.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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