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Turín escenifica la arquitectura del barroco europeo a través de 80 maquetas

La exposición relata con 640 piezas de 16 países los edificios construidos entre 1600 y 1750

La ciudad italiana de Turín, que será olímpica en el 2006, se convirtió ayer en la capital del barroco europeo. El palacete de caza de Stupinigi, obra de Filippo Juvarra, a 20 minutos del centro histórico, es el escenario de la exposición Los triunfos del barroco. Arquitectura en Europa 1600-1750, organizada por el Palazzo Grassi para conmemorar el centenario de Fiat, una empresa que forma parte de la identidad italiana. El montaje, comisariado por Henry A. Millon, ha reunido 640 piezas de 16 países, donde destacan 80 maquetas de madera originales y la ausencia de obras de España y Portugal.

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La negativa de tres préstamos desde España

La exposición de maquetas del barroco europeo en Turín continúa el interés de Henry A. Millon por salvar este patrimonio arquitectónico, como hizo hace cinco años en el Palazzo Grassi, de Venecia, con las maquetas del Renacimiento italiano, con obras de Bruneleschi y Miguel Ángel. En esta ocasión ha querido reflejar los grandes centros del barroco, Roma y París, y su extensión a otros países. En la presentación del montaje, Millon dijo que la arquitectura de esa época registró los cambios de una sociedad que asistía a la nueva concepción del poder por parte del Estado y la Iglesia. Ha logrado reunir 80 maquetas de madera originales, de las 700 que calcula que existen, con préstamos de 150 museos y colecciones de 16 países. Admitió que no han podido conseguir una tercera parte de los préstamos solicitados, entre ellos tres maquetas de España, representada con un dibujo de Bernini de la Biblioteca Nacional.

Tras su paso por Turín, hasta el 7 de noviembre, se montará en Montreal, Washington y Marsella.

Las palabras Barocco y Baroque forman una arquitectura efímera de madera en la entrada del palacete de Stupinigi. Turín prepara el Jubileo del 2000 y la sede olímpica de invierno del 2006 desde una capital del barroco que presenta edificios de arquitectos como Filippo Juvarra, Guarino Guarini y Bernardo Vittone.

En el contenedor barroco de Juvarra, el palacete de caza de Stupinigi, con un ciervo como remate, para Victorio Amadeo II de Saboya, construido antes de su viaje a Madrid, donde hace un proyecto para el Palacio Real y una fachada del palacio de La Granja, se han montado las 640 piezas, entre maquetas, dibujos, cuadros (hay uno de Carreño de Miranda, del museo de Durham) y libros. El arquitecto y diseñador Mario Bellini ha escenificado un relato fantástico, con ayuda de la gráfica de Italo Lupi y la escenografía de Pier Luigi Pizzi. Bellini declaró que había intentado crear "emoción con el espacio", una secuencia dramatizada de emociones, con el juego de las luces, las grandes mesas con caballetes donde se colocan las maquetas, la reproducción en el sueño, de planchas de hierro oxidado, de los planos de las maquetas y textos en las ventanas cegadas.

Pizzi habló de un "paisaje metafísico" que se funde con la escenografía real del edificio. El recorrido, de unos 90 minutos, empieza con grandes fragmentos en yeso de obras de Borromini, Bernini, Guarini, Jones, Mansart y Cortone, el estudio de lo antiguo en la Villa Adriana, y las salas-habitaciones de los palacios reales (Kremlin, Rívoli, Richmond, Caserta), el diseño de jardines, el ornamento rococó, la biblioteca de los arquitectos, el teatro y la fiesta, la arquitectura militar, pública y religiosa y la fantasía de la arquitectura. Al final, el barroco se convierte en catálogos, lápices, relojes, platos y collares.

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