Diez fotógrafos neorrealistas descubren todas las Italias
Una exposición reúne en Madrid más de cien fotos de los años 40 a 60 y muestra la tragedia y la alegría de un país arrasado
Son un centenar de disparos al corazón de un país derrotado y lleno de miseria, pero algunos expresan todo el poder, la vitalidad efervescente de un pueblo que, según dijo alguna vez Cesare Zavattini (uno de los popes del neorrealismo italiano con Pavese, De Santis, Visconti y otros gigantes parecidos), merecía "el verdadero despliegue de caridad social" que supusieron los neorrealistas. La exposición que se puede ver hasta el 19 de agosto en el Cuartel del Conde Duque de Madrid está llena de personas y cosas rotas; aunque la preside una enorme imagen de la turgente Silvana Mangano, en Arroz amargo (1949) y caracterizada de arrocera con total precisión, la mayor parte son imágenes tristes: niños harapientos, mendigos sin cara, un beso a la hora del descanso de la fábrica en una calle desierta, unos mineros con el rostro teñido de negro y la vista al frente, pescadores durmiendo en los zaguanes, un cine destartalado al aire libre, muchachos pasolinianos yendo a ningún sitio, Milán quemada, tres viejos campesinos que hacen guardia en la puerta de una sede rural del PSI....
Casi todo recuerda a los mundos de Rossellini o De Sica, y agrupa la mirada emocionada de uno de los fenómenos culturales europeos más pujantes de los años 40, 50 y 60. Y sin embargo este mundo en fotos es distinto. Narra de otra forma, no se oyen las voces de los actores, los personajes no actúan (aunque a veces posan). Son seres anónimos y parecen tener el genio teatral dormido. Pero en algunas fotos parece morir el fascismo, y asoman el futuro y la alegría: un restaurante en una calle, un grupo de hombres girándose para ver a una dama, los alumnos aplicándose a la lectura...
El conjunto es un regreso al corazón y al instinto, al documento y a la poesía. Italo Calvino dijo: "El neorrealismo no fue una escuela, sino más bien un conjunto de voces, el descubrimiento de las distintas Italias hasta entonces inéditas, desconocidas entre sí". Artistas comprometidos con su país (sobre todo con el Sur) y otros que trabajaban por encargo muestran los trapos sucios para acabar con ellos. Sus nombres (De Biasi, Donzelli, Giacomelli, Migliori, Pasquali, Patellani, Petrelli, Pinna, Roiter y Sellerio) quizá no digan mucho. Su trabajo es libre y generoso.
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