_
_
_
_
Entrevista:

"Hacemos un arte emocional de lo que sucede en el cuerpo"

Ferran Bono

"Nosotros siempre hemos podido enseñar nuestras obras en China y en todo el mundo y nos han entendido", explican al unísono estas dos personas que forman un mismo artista. A partir de hoy y hasta el 29 de agosto mostrarán sus últimas creaciones en la amplia sala de las Atarazanas de Valencia, que reúne las 40 obras de la exposición Gilbert & George, organizada por el Consorci de Museus de la Generalitat Valenciana. El soporte fotográfico sobre el que desarrollan una intensa actividad pictórica sigue siendo el origen de sus obras, pero en la última década han introducido temas nuevos conforme han ido "profundizando" en sus emociones. Han experimentado con todo aquello de lo que están hechos, y así, en su afán de incomodar y jugar libremente, no han tenido reparos en servirse de "la orina, el sudor o las heces", a veces a través de visiones agresivamente ampliadas, en sus coloridas creaciones. Enfundados en sendos trajes idénticos, de corte británico, Gilbert (Italia, 1943) y George (Inglaterra, 1942) adoptan una expresión hierática que apenas difiere de la que esbozan en sus enormes cuadros, en los que aparecen como modelos, lo que es muy habitual en esta pareja que se inició bajo los preceptos del body art y el pop art.

Ese rechazo al elitismo, paralelo a la reticencia que les provoca su inclusión en el arte popular, lo justifican en relación a otros: "Si el arte minimal y el abstracto no son populares, el nuestro es normal, no es que sea popular". Insisten en que las cosas están cambiando, aunque ellos no: ellos y su obra evolucionan "como el ser humano". "No queremos crear nada nuevo, ninguna obra nueva, queremos evolucionar como los seres humanos, no cambiar radicalmente, porque nos gusta nuestra forma, es una forma visual basada en el negativo fotográfico que habla al espectador", dicen sentados bajo los arcos transversales de la Atarazanas, antiguo astillero gótico.

De una amabilidad exquisita trufada de continuas ironías, la pareja, que se interrumpe y complementa al hablar continuamente, sin contradecirse, señala que los museos ya no pueden permitir tener las salas vacías como sucedía en décadas anteriores. "En los años setenta había un arte muy elitista, la gente entraba en los museos y sólo decía "humm, muy bueno", pero cuando hablamos ahora con la gente joven del barrio, nos hablan de desempleo, de drogas, de sexo, y si están interesados en ir a ver una exposición de arte no les podemos mandar a ver cuadros que no tienen ninguna conexión con la realidad".

Gilbert y George se conocieron siendo estudiantes de Arte en la Academia de Saint Martin en el Londres de 1967. Desde entonces trabajan juntos en la capital británica en un proceso creativo que les ha llevado en los últimos años a ejercer una gran influencia sobre una nueva generación de artistas. Reunidos en la exposición Sensación, que se celebró en la Royal Academy de Londres, estos jóvenes creadores suscitaron una agria polémica al emplear temas y referentes escabrosos. Había material humano escatológico, secreciones, desnudos, órganos sexuales explícitos y dislocados.

"Eso se dice, que somos precursores de estos artistas, pero no sólo son británicos, hay de otras muchas partes también", apuntan Gilbert y George, traicionando, aunque sea por un instante, el distanciamiento y la frialdad con la que hablan de su obra y de sí mismos. "Antes había una aproximación estética al arte, el arte por el arte. Nuestra aproximación es emocional y eso ha influido también fuera. Nosotros siempre utilizamos la expresión de arte por la vida, no por el arte", contestan. La única diferencia exterior entre Gilbert y George es el distinto color de las botas y de las corbatas.

"No es escatológico", se apresuran a negar cuando se usa la expresión para dar pistas sobre sus últimos trabajos, . "Nos hemos dado cuenta de que hay una gran conexión entre las emociones y lo que estamos pensando. La pregunta es: ¿dónde estás tú dentro de tu cuerpo? En el corazón, en la sangre... Creemos que uno está en todas partes de su cuerpo. Cuando vas al hospital y el doctor examina tu mierda, tu orina o tu sudor no te grita "esto es escatológico". Nosotros somos parte de ello y eso es lo que intentamos expresar. Intentamos hacer un arte emocional".

Un arte que no tiene ningún reparo en expresarse a través de los cuerpos desnudos de los propios Gilbert y George, solos o acompañados de hombres jóvenes en un planteamiento abierto sobre la homosexualidad. A pesar de que no les falta mucho para llegar a la sesentena, el dúo muestra una desinhibición que obedece, más que a un ejercicio de exhibicionismo, a un intento de transmitir la vulnerabilidad del ser humano, comenta el comisario de la exposición, José Miguel G. Cortés, director del Espai d"Art de Castelló. Ésta es la mayor exposición de Gilbert y George realizada en España tras la de 1987 en el Palacio de Velázquez de Madrid.

En ese reflejo de las secreciones corporales no anida ninguna "visión pesimista" de la realidad. Al contrario. "Nos estamos moviendo en el tercer milenio de la cristiandad y ahora hay muchas más oportunidades para la gente. Nos gustan todas las oposiciones, lo bueno y lo malo. Queremos incluir todo este mundo complejo en nuestra obra. Nuestras piezas deben dar información humanística. Con información es fácil comprender y esto lleva a la tolerancia. El resultado de todo ello es el amor, que es la fuerza más grande de la humanidad".

"Sexo, raza, dinero y religión" es la materia con la se construye el arte, apuntan Gilbert y George, y son estos elementos combinados los que forman sus obras. "Ahora nos interesa ir a los orígenes. El esperma y los ojos, por los que todo el mundo ve, por ejemplo, nos interesan mucho. ¿Y la religión?" "Inevitablemente", contestan, "en contra o a favor, cuando somos muy antirreligiosos, estamos siendo muy religiosos". Cuentan que su proceso creativo empieza "tomando bancos de imágenes cada dos o tres años, unas 10.000 o 20.000. Paisajes, piernas, brazos, sexos... Luego van surgiendo ideas y para ello tenemos que estar con la mente en blanco, como si estuviéramos en una bolsa negra. Y toda la creación está basada en el sentimiento emocional de ese día".

Aseguran que desde 1975 no han vuelto a visitar exposiciones, "ni ir al ballet, ni al teatro". "Sabemos un poco de aquí y otro de allí", explican al tiempo que responden que esa decisión la adoptaron para no tener que comprometerse, relacionarse y dialogar con los artistas. "Queremos estar aislados del mundo", aseveran. En este sentido, prefieren "mirar más a la vida que al arte y a los artistas, y, por ejemplo, ligar con camareros o hablar con un vagabundo".

Sobre si su singular actitud y vestimenta es un truco publicitario, como sugirió un crítico ya hace años, Gilbert y George dicen que "da igual lo que se diga, siempre están equivocados y al final el artista debe seguir". En este punto, ponen un ejemplo que les agrada: la carta que recibieron de un preso aficionado a sus obras, en la que escribía que no había podido ir a una de sus exposiciones, pero que consiguió un catálogo de ésta y podía asegurar que lo que decían los periódicos estaba equivocado. "Si volvemos a los años sesenta y setenta, las galerías sólo exponían círculos, cuadrados y líneas. Es increíble, la idea de un arte más emocional era extraterrestre", concluyen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_