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EL CAMINO HACIA LA PAZ

La OTAN asienta todo su poder en Kosovo tras el "acuerdo" con la guerrilla del ELK

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIALA los diez días de su entrada, las fuerzas de la OTAN han asentado todo su poder en Kosovo. El fleco pendiente fue resuelto en la madrugada de ayer. El Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) se comprometió al desarme total en el plazo de 90 días. A cambio, sus combatientes recibirán una "especial consideración" cuando la ONU reclute la nueva policía multiétnica, y se les abre la perspectiva de crear "en su momento" una especie de Guardia Nacional, según el modelo de EE UU; esto es, dependiente del futuro Gobierno autonómico.

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"Estrenamos una nueva etapa", dijo ayer el general Mike Jackson, jefe de la Kfor valorando el éxito de la retirada serbia, el pacto con Rusia y la firma estampada por Hashim Thaqi -representante del ELK, estrella ascendente de la política kosovar, primer ministro de uno de los dos Gobiernos provisionales, no se sabe aún si es un Daniel Ortega o un Gery Adams- al pie del Protocolo de desmilitarización y desarme. Texto que el ELK califica de "acuerdo" y la OTAN, de "compromiso". Éste consagra la desmilitarización propuesta por la OTAN, en tres fases: cuatro días para abandonar puestos de combate y control; siete para identificar los almacenes donde se depositarán las armas; y 30 para entregar las de calibre superior a 12,7 milímetros (todas, salvo pistolas, kaláshnikov; también se exceptúan las escopetas de caza), así como para abandonar los uniformes.

A varios países aliados les inquietaba tanta arma corta en una zona tan tensa: aunque la mayoría del ELK se comporta bien, una minoría comete trapacerías. Las últimas sucedieron el domingo al mediodía, cuando explotó una bomba junto a la Universidad de Prístina y anteanoche, cuando las tropas francesas tuvieron que atajar incendios y saqueos en Grace, junto a Mitrovica. Por eso exigieron una cláusula de "desarme" total efectivo, no sólo de "desmilitarización".

Tras intensas discusiones en Tirana, los jefes del ELK la aceptaron ante el portavoz del Departamento de Estado de EEUU -de incógnito hasta ayer en la zona-, James Rubin, a quien le costó arrancar su firma más de lo que preveía. "El ELK ha demostrado valentía política al dejar las armas", reconoció Rubin en conferencia de prensa conjunta con Thaqi. A cambio, la guerrilla -capilarmente implantada y en estado de éxtasis popular- consigue dos compromisos no previstos.

Uno es inmediato. La Kfor se compromete a avalar a sus combatientes expertos en orden público como candidatos a integrarse en la policía multiétnica (serbios incluidos) cuando la ONU la reclute, que será pronto, adelantó Sergio Vieira de Mello, el enviado especial de Kofi Annan.

La segunda concesión es más volátil. La comunidad intermacional debería prestar la debida consideración al papel del ELK en esta crisis, y a su proceso de "transformación", indica el texto, y a la formación, "en su debido tiempo" de "un Ejército en Kosovo" sobre el modelo de la Guardia Nacional norteamericana (una Gendarmerie o Guardia Civil dependiente de la autoridad provincial) "teniendo en cuenta el futuro estatuto de Kosovo" y en concordancia con los principios de Rambouillet.

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