El archivo de palacio

JOSU BILBAO FULLAONDO Estos días Madrid estalla en actividades fotográficas: acaba de inaugurarse PhotoEspaña. Son tantas las ofertas sugeridas que es conveniente tomar cada bocado icónico con sosiego para evitar empachos. La glotonería impide al paladar extraer todos los sabores de los platos de un banquete. De la misma forma, un recorrido atropellado entre los distintos estilos expuestos provoca interferencias que desvirtúan el verdadero interés de cada uno de ellos. Como preámbulo a este festival, el Palacio Real ha dejado las puertas abiertas para contemplar parte de Las colecciones reales. Se trata de una selección de algo más de 200 originales elegidos entre las 60.000 imágenes catalogadas en el Archivo General de Palacio que se enseñan al público por primera vez. La muestra parte desde mediados el siglo XIX hasta 1931. Constata el entusiasmo de los monarcas españoles por la fotografía. La adoptaban como símbolo de modernidad y positivismo. Resultaba más real que la pintura y se convertía en una herramienta de propaganda eficaz. Se sirvieron de ella para popularizar su imagen a través de retratos y tarjetas de visita; para dar a conocer nuevas construcciones navales, ferroviarias o urbanas, un reflejo del desarrollo industrial y social llevado a cabo durante sus años de reinado; e incluso, archivaron referencias de conflictos bélicos (propios y ajenos), de revueltas populares o de la vida artística y cultural. El conjunto esta distribuido en seis salas que marcan pauta para un recorrido cronológico. El inicio de la fotografía se sitúa en le época de Isabel II. Es 1850 cuando el daguerrotipista José de Albiñana ocupa, al menos durante diez años, el cargo honorífico de retratista de cámara. Otros muchos autores trabajan para la corte, se encargan de testimoniar de los logros del buen gobierno y la proximidad de la Reina a su pueblo. La siguiente sala se dedica al retrato. Es todo un desfile de personajes de la nobleza, también de las artes, donde sobresale la belleza de la reina Victoria Eugenia eclipsando la soberbia corona de Victoria de Inglaterra ceñida sobre un gesto huraño. El gabinete fotográfico del Infante Sebastián Gabriel ocupa el siguiente recinto. Además de enseñarnos el instrumental y decorados al uso en aquellos años (1860), se ofrece una muestra de los resultados de esta afición. Tomas realizadas en estudio presentan figuras en tres cuartos o de cuerpo entero. Composiciones muy rígidas que traslucen las aficiones pictóricas de su autor. Con los viajes y reportajes se llega a distintos puntos del territorio de España. En 1864, la Familia Real se desplaza a las provincias vascongadas. El primero de septiembre, el fotógrafo local Antonio Barcia realiza una toma de Isabel II, su marido Francisco de Asís, la infanta Isabel y el príncipe Alfonso en el balcón del Palacio de Bilbao. Una imagen simple cuyo interés radica en su carácter excepcional. Es una de las pocas ocasiones en las que puede contemplarse a los monarcas en viaje oficial. En este apartado se encuentra una espectacular panorámica de la villa de Portugalete (1870 o 74), sin el puente de Palacios, hoy de Vizcaya, vista desde Las Arenas y firmada por Frogé. En 1900, la reina Maria Cristina aparece junto a sus hijos en un salón de su casa en San Sebastián, un retrato de autor desconocido. La quinta sala se dedica a los conflictos bélicos. Cuba, Filipinas, Marruecos o la Primera Guerra Mundial muestran algunos de sus escenarios y actores. La segunda contienda carlista se visualiza en una imagen de Bilbao, el primer día del bombardeo (21 de febrero de 1874), atribuida a Charles Marey. El recorrido se cierra con la proyección de esteroscopias sobre la presencia española en Guinea. Para apreciar todas sus sugerencias en tres dimensiones deben observarse con gafas especiales que facilitan los organizadores. En su conjunto estamos ante un espléndido recorrido por la historia de la fotografía, catalogado por Maria Leticia Ruiz Gómez, que se recoje en un catálogo con prólogo de Marie Loup Sougez.