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El Festival de Granada se inicia con música sacra y fusión de danzas

La Fenice ofreció anoche su segundo concierto

El palacio de Carlos V de la Alhambra acogió la noche del pasado viernes el concierto de apertura de la 48ª edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Un inicio con reminiscencias místicas, con música sacra de Wagner y Verdi interpretada por la Orquesta y Coro del Teatro de La Fenice. En la segunda jornada, la compañía Metros ofreció en el Generalife un espectáculo ecléctico en el que confluyeron danzas árabes, hebreas y flamenco.

Un repertorio con piezas de inspiración religiosa interpretado por la Orquesta y el Coro del Teatro de La Fenice, dirigidos por el brasileño Isaac Karabtchevski, abrió el Festival de Música y Danza de Granada. Pero ni la noche ni la música desbordaron misticismo ni recogimiento. La apertura del festival es la velada que reúne a más políticos en el palacio de Carlos V, esta vez claramente divididos en dos sectores geográficos del patio de butacas: a la derecha, encabezados por el ministro de Educación y Cultura, Mariano Rajoy, se sentaron las autoridades y miembros del PP, y a la izquierda lo hicieron los socialistas de la Junta de Andalucía.

En la música ocurrió algo parecido. En las composiciones de Wagner y Verdi primaron los potentes ecos operísticos. Y el rotundo In ecclesiis, de Giovanni Gabrielli (1556-1612), fue servido en la versión orquestal escrita en 1966 por Bruno Maderna.

El segundo concierto de la Orquesta del Teatro de La Fenice, ofrecido anoche en el mismo espacio renacentista de la Alhambra, se basó en dos composiciones bien diferentes. Por un lado, la Cuarta sinfonía de Charles Ives, muy poco interpretada, y la Quinta de Beethoven.

El primer espectáculo de danza tuvo lugar el sábado. Dos mil personas llenaron el teatro del Generalife para presenciar el espectáculo Frontera. El jardín de los gritos, montado por la compañía Metros. Ramón Oller dirigió este estreno absoluto, encargo de la dirección del festival, que funde bailes étnicos con músicas mediterráneas. Las bailarinas Belén Maya y Trinidad Sevillano, acompañadas por ocho miembros de la formación catalana, ofrecieron una coreografía ecléctica y vigorosa sobre un escenario con decoración austera.

Esta noche comienza a sonar la música de cámara con un concierto de uno de los clavecinistas más relevantes, Pierre Hantaï, que interpretará la primera parte del primer libro del Clave bien temperado de Bach.

Las tres primeras jornadas del certamen ya dan idea de la riqueza de la programación y de las referencias cruzadas que hay entre las propias composiciones que forman parte de cada programa, una circunstancia que alienta el director del certamen, Alfredo Aracil.

La versión instrumental de Bruno Maderna del motete In ecclesiis, de Gabrielli, interpretada en la noche inaugural, es una pieza hermosísima que transmite toda la grandiosidad de la música escrita en Venecia para los oficios sacros, si bien con unos timbres actuales y ricos. La presencia de Wagner, muerto en Venecia, la ciudad natal de Gabrielli y Maderna, no es usual en la programación del festival granadino, tradicionalmente alejado de la ópera.

Su recuperación, mediante la interpretación del preludio del primer acto del Parsifal y del interludio orquestal Encantamiento del Viernes Santo, supuso un acontecimiento. El preludio utiliza como tema central un fragmento de la liturgia luterana que, curiosamente, fue escogido por Manuel de Falla el 18 de junio de 1927, esto es, justo 72 años antes, para acompañar una versión de El gran teatro del mundo, de Calderón, que se representó en la plaza de los Aljibes de la Alhambra, junto al Palacio de Carlos V.

La segunda parte fue dedicada a las cuatro piezas sacras escritas por Verdi al final de su vida, en 1898. En su estreno, Verdi se opuso a que se interpretara la segunda, Ave Maria, un motete que, más que una composición religiosa, parece, por su teatral instrumentación, un extracto de alguna de sus óperas.

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