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FÍSICA

El experimento espacial de antimateria no la encuentra

, Hace un año salió al espacio el transbordador Discovery con un novedoso experimento en la bodega: un detector de partículas elementales del tipo de los que se usan en los aceleradores terrestres, algo que nunca había salido de la Tierra. Su objetivo principal era detectar, si la hubiera, antimateria primordial (antinúcleos hechos de antiprotones y antineutrones) creada en el Big Bang. Los científicos del experimento, diseñado por el premio Nobel de Física Sam Ting, del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), han presentado los primeros resultados. Como sucede a menudo en ciencia, los experimentos no encuentran lo que buscan, pero hacen descubrimientos interesantes. El AMS no ha encontrado antimateria primordial, ni siquiera un antinúcleo de helio en tres millones de núcleos de helio registrados. La idea era que en el Big Bang se habría creado materia y antimateria en igual proporción y entonces podría haber en el espacio, aunque a gran distancia, zonas de esta antimateria primordial, a no confundir con las antipartículas generadas en interacciones de materia corriente. El AMS no ha encontrado indicios de esa lejana antimateria. Los físicos han dicho que el resultado no es concluyente respecto a la teoría de la producción de materia y antimateria y, además, que en la Estación Espacial Internacional (ISS) se instalará una versión avanzada del AMS.

Rosquilla magnética

Pero el vuelo del detector en junio de 1998 no fue inútil, afirman los investigadores de AMS, porque se han encontrado cosas inesperadas. El espacio está lleno de rayos cósmicos, particulas elementales producidas en explosiones de estrellas lejanas que llegan aquí, transformándose y siendo absorbidas la mayoría de ellas cuando interaccionan con el aire, a gran altura en la atmósfera terrestre. AMS, fuera de ese escudo, ha hecho un buen registro de la composición de los rayos cósmicos y de cómo interaccionan con el campo magnético terrestre, midiendo sus flujos en distintas latitudes. La sorpresa ha sido que las partículas, al adaptarse a las variaciones del campo magnético en diferentes latitudes, se comportan como si estuvieran confinadas en una gran rosquilla magnética alrededor del ecuador, explica la revista CERN Courier. Se esperaba que, por el mayor efecto reflector del campo magnético en el ecuador que en los polos, se registrarían más partículas en éstos. Pues bien, el flujo de protones de baja energía es muy alto en todas las latitudes, especialmente alrededor del ecuador.

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