China rescata el mito del peligro exterior para asegurar la calma en el aniversario de Tiananmen
"El patriotismo consiste en respetar el orden público". Éste parece ser el mensaje lanzado por la propaganda oficial china en vísperas del 10º aniversario de la sangrienta represión del movimiento democrático que tuvo su epicentro en la plaza de Tiananmen. Para conjurar el peligro de que hoy se recuerde en el corazón de Pekín el drámático fin de la primavera política de 1989, las autoridades chinas han desenterrado el viejo mito de una conspiración extranjera para formentar el caos. Pero también han detenido a cerca de un centenar de disidentes, 34 de los cuales seguían ayer bajo arresto.
China, mientras tanto, vive sumida en una frágil situación social. El régimen teme un estallido de protestas durante la conmemoración de una tragedia que sigue presente en la memoria colectiva del pueblo, a pesar de un largo decenio de amnesia oficial.La maniobra para exhumar la teoría de la conspiración extranjera ha consistido en aprovechar las emociones nacionalistas desatadas por el bombardeo de la Embajada china en Belgrado, efectuado por la OTAN el pasado 7 de mayo. Se intenta demostrar así que toda expresión de descontento sólo puede ser fruto de un compló occidental. "El bombardeo de la Embajada ha confirmado que las fuerzas antichinas de Occidente no han renunciado a su plan para destruir a China", afirmaba el miércoles en su editorial el Diario del Pueblo. Para el órgano de expresión del Partido Comunista, "China debe impedir con firmeza que los disturbios fomentados por fuerzas exteriores degeneren en un caos interno". Pero a la vista del ostensible despliegue de fuerzas de seguridad en Pekín, las autoridades no parecen del todo convencidas de que identificar a todo manifestante con un agente extranjero vaya a ser suficiente. Los policías, a pie o en moto, de uniforme o de paisano, son omnipresentes en las grandes arterias de la capital. Y hay tanto temor a que se produzcan concentraciones que la misma plaza de Tiananmen se encuentra inaccesibe a causa de unas oportunas obras públicas. La esplanada está rodeada de vallas metálicas de donde emergen las palas excavadoras.
La vigilancia se ha estrechado también en torno a los edificios en los que viven o trabajan los extranjeros, donde en los últimos días abundan los automovilistas que hacen como que limpian sus vehículos o jardineros que simulan recortar los setos.
La recepción de los canales de televisión extranjeros, como la CNN o los canales internacionales de España, Francia, Italia o Alemania, ha sido suspendida en los hoteles y en los edificios que cuentan con antenas parabólicas.
Pero las autoridades temen sobre todo al potencial de movilización de organizaciones como la secta de gimnastas Falum Gong, que el pasado 25 de abril reunió a 15.000 manifestantes en Pekín. Y aún se inquietan más ante los supuestos vínculos de este grupo con el proscrito Partido Democrátici Chino (PDCh), que, a pesar de la represión, mantiene activa su red de simpatizantes. Por esa razón, la policía ha detenido a cerca de un centenar de disidentes, 34 de los cuales seguían ayer bajo arresto, como sospechosos de intentar manifestarse hoy, en el 10º aniversario de la represión de Tiananmen. Entre ellos figuran siete militantes del PDCh de la provincia de Zhejiang que habían pretendido donar su sangre en un centro de transfusiones en homenaje a las víctimas de 1989.
Los servicios de seguridad también han colocado bajo detención domiciliaria a Ding Zilin, la portavoz de los familiares de las víctimas de Tiananmen, desde el pasado 5 de mayo. Ding ha anunciado que 105 padres de jóvenes muertos en la represión del movimiento de protestas han presentado una demanda contra los dirigentes chinos de la época. Las autoridades judiciales de Pekín se apresuraron ayer a desmentirlo.
Medidas oportunas
Una de las principales reivindicaciones de los familiares es la revisión de la acusación oficial contra el movimiento de Tiananmen, que fue calificado de "rebelión contrarrevolucionaria". En una de sus raras referencias a los hechos de 1989, el Diario del Pueblo sigue manteniendo esa fórmula ritual: "El Gobierno chino tomó las medidas oportunas, decididas y correctas para poner fin a esos disturbios".Pero según el semanario de Hong Kong Zhenming, el aparente monolitismo del régimen sólo es una fachada. En la reunión que celebraron en abril los dirigentes de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, un órgano en el que participan ocho partidos democráticos que cuentan con las bendiciones del poder, se alzaron voces en favor de dirigir algún gesto de reconciliación a los estudiantes implicados en el movimiento de 1989. Aunque la propuesta fue descartada por "no ser de recibo", el hecho de que fuera planteada confirma al menos la existencia de un cierto malestar en el seno del régimen frente a la tragedia ocurrida hace 10 años.
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