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Carlos de Inglaterra cuestiona en un artículo los alimentos transgénicos defendidos por Blair

Alemania pide que un organismo independiente sea el encargado de conceder las licencias

Isabel Ferrer

Carlos de Inglaterra ha dejado de ser un príncipe excéntrico preocupado por causas remotas. En un artículo del rotativo The Daily Mail de ayer, el heredero de la reina Isabel II califica de "chantaje emocional" sostener que la producción de alimentos transgénicos acabará con el hambre. El Gobierno británico, firme defensor de los mismos, no ha tenido más remedio que agradecerle raudo sus palabras. Según sus portavoces, "ahondan en el debate nacional sobre los posibles riesgos de la biotecnología promovido por el líder laborista, Tony Blair".

El secretario de Estado de Medio Ambiente, Michael Meacher, le ha dado la réplica oficial a Carlos. El Príncipe remitió una copia de su escrito al Gobierno poco antes de su aparición, y la reacción ha sido muy cortés. "El heredero se hace las preguntas de todos. Las mismas a las que el Ejecutivo trata de hallar una respuesta", dijo ayer Meacher cuando todos los medios de comunicación nacional se habían hecho ya un inusitado eco del artículo.Salido del palacio de Saint James, residencia oficial de Carlos de Inglaterra, el texto ha sido elaborado en forma de reflexión de fácil lectura. El Príncipe ha optado esta vez por la claridad y ha enumerado las 10 dudas más frecuentes de la ciudadanía cuando se habla de transgénicos. "¿Podemos comerlos sin miedo?", pregunta, para contestarse luego a sí mismo: "Sólo una profunda e independiente investigación científica tiene la última palabra".

Varias de las cuestiones abordadas ayer por el Príncipe -que ya en 1995 sugirió que la adoración a la tecnología había usurpado "la labor divina"- han provocado cierto estremecimiento en círculos gubernamentales.

"¿Es de recibo favorecer los sembrados experimentales cuando aún no disponemos de una normativa adecuada para controlarlos?", apunta. El Gobierno confía en las compañías de biotecnología para vigilarlos, pero Carlos cree que la autorregulación es demasiado peligrosa.

La séptima pregunta es una de las más delicadas para los poderes públicos. "Si la salud de las personas o el entorno resultan dañados, ¿a quién habrá que reclamar, a la firma que vendió las semillas o al agricultor? ¿O es que pagaremos todos, como sucedió con las vacas locas?

Carlos de Inglaterra rebate al final una de las teorías preferidas del Gobierno británico. "Se ha dicho que las nuevas cosechas alimentarán a los países pobres. Es una forma de chantaje emocional." Y cita una declaración de 20 países africanos que niega los beneficios de la biotecnología aplicada a la agricultura.

Por otra parte, Alemania ha propuesto que la UE cree un organismo independiente y centralizado para conceder la autorización a los nuevos transgénicos. Así lo aseguraron ayer fuentes de la UE en Bruselas, al explicar que la propuesta fue efectuada la semana pasada en una reunión celebrada para intentar hallar un compromiso para revisar la normativa sobre autorización de estos productos. "Necesitamos procedimientos más rápidos y que lleven a decisiones técnicamente justificadas", explica un documento del Gobierno alemán.

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