Un abuelo más grande
NO ES la primera vez que los hallazgos del yacimiento paleontológico de Atapuerca (Burgos) saltan, por su interés y por su espectacularidad, de las publicaciones especializadas a los medios de comunicación generalistas. Si en 1994 se descubrieron restos de seres humanos que vivieron hace 800.000 años -los más antiguos encontrados en Europa-, hoy se trata de la pelvis completa de un hombre de hace unos 300.000 años.Mediante el exquisito análisis de los restos óseos, tanto de los humanos como de los animales que los acompañan, los expertos son capaces de deducir muchas de las características de nuestros remotos antepasados. Y no sólo su aspecto físico probable, sino también sus hábitos y sus comportamientos sociales. Las conclusiones derivadas del estudio de la pelvis, hallada en 1994 y cuyo estudio se ha prolongado hasta el presente, pueden transformar las nociones en vigor acerca de cómo eran y vivían los individuos que vivieron en aquella época, antecesores próximos de los neandertales. Al parecer, eran mucho más corpulentos y su existencia no era tan frágil como se había supuesto. Ello implicaría que la evolución produjo una cierta disminución del tamaño corporal, al tiempo que aumentaba el relativo del cerebro y se acentuaba el carácter social de la especie.
Nos encontramos ante un ejemplo típico del modo de proceder en ciencia. Sobre la base de las observaciones disponibles se construyen hipótesis de las que se derivan consecuencias que es preciso contrastar. Cuando nuevas observaciones experimentales contradicen algunos de los aspectos de las teorías o modelos precedentes, es necesario modificar nuestros esquemas conceptuales para que sean cada vez más sólidos y más completos. El equipo de Atapuerca lleva, en este sentido, muchos años haciendo un trabajo ejemplar.
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