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Reportaje:

Grave crisis en los cohetes de EEUU

Seis fallos en la puesta en órbita de satélites hacen dudar del control de calidad

Las últimas semanas han sido catastróficas para los cohetes estadounidenses, que han acumulado tres accidentes en pocos días provocando la alarma en el sector espacial de ese país. La alarma se venía cociendo desde agosto del año pasado, cuando se apuntaron dos fracasos sonados de dos lanzadores diferentes (un Titán IV, de la empresa Lockheed, y el nuevo Delta III, de Boeing), que ahora han vuelto a fallar. En total, han sido seis accidentes en nueve meses, lo que supone la mayor serie de errores de lanzamientos de EEUU en 13 años.La crisis atañe a los constructores de cohetes, a los militares, que han perdido tres importantes satélites, y a las empresas de telecomunicaciones, mientras los estrategas analizan con preocupación el bloqueo del acceso orbital de la primera potencia espacial. La situación es tan grave como para convocar comisiones de investigación al más alto nivel: el Congreso y la Casa Blanca.

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Cadena de accidentes

"Creo que es uno de los peores momentos de la historia de los lanzamientos en este país", ha declarado el general retirado Howell M.Estes III, antiguo jefe del Comando Espacial de EEUU. "Incluso los antiguos cohetes no funcionan y algunos de los nuevos tampoco", continúa. "Ese es el problema y se produce justo en el momento en que más necesitamos abaratar los costes de lanzamiento y asegurar el acceso al espacio", informa The Washington Post.

Aunque todavía no se han determinado las causas precisas de los últimos accidentes, no parece haber un denominador común técnico en esta cadena de fallos; no se descarta la pura casualidad en esta actividad industrial, que sigue siendo de alto riesgo pese a que ha ganado una pátina de rutina con las decenas de satélites que se ponen en órbita cada año.

Fallo de la segunda etapa

Los primeros análisis parece indicar que el TitanIV que no logró poner en órbita correcta un satélite militar el pasado 30 de abril sufrió un fallo del software de vuelo de la segunda etapa del cohete no detectado por los expertos de Lockheed en los procesos de verificación. La pérdida de la misión supone un coste de 1.230 millones de dólares (184.500 millones de pesetas), y es el accidente del espacio no tripulado más caro en 50 años de historia de la base espacial de Cabo Cañaveral.

En el DeltaIII que falló pocos días después con un satélite comercial a bordo fue el motor de la segunda etapa el que no funcionó correctamente. Un problema mecánico parece que fue responsable del fallo, también en la segunda etapa, de un cohete Athena el pasado 27 de abril.

Los expertos internacionales coinciden en sugerir la falta de rigor en la revisión del conjunto de sistemas de estos complejos artefactos tecnológicos. La revista Aviation Week & Space Technology se preguntaba recientemente cómo es posible que un error de software se colara en el proceso de verificación de Lockheed previo al lanzamiento, y señalaba que el último fallo del Titán IV ha dejado "emocionalmente devastado" al equipo de software de la empresa.

"Estos accidentes americanos son producto de varios factores. Creo que está fallando el control de calidad", comenta Pedro Méndez Marcos, director de la Divisón Espacio de la empresa española CASA. "Hay en esos cohetes muchos componentes de nuevas tecnologías y partes que se están rediseñando; además, los estadounidenses no han tenido últimamente una fabricación en serie de lanzadores, como la europea Arianespace".

De opinión similar es Henry Van Gaver, responsable de los lanzadores Ariane en la Agencia Europea del Espacio (ESA): "Esa acumulación de fallos puede ser sólo casualidad, pero parece que no se han hecho suficientes controles. El mensaje para nosotros es que hay que ser prudente y que se necesitan buenos desarrollos; es un error pensar que se puede bajar el precio de los cohetes sin bajar la calidad". Van Gaver señala, no obstante, la diferente situación en EEUU y en Europa, "porque ellos tienen mucho más dinero que nosotros y pueden permitirse hacer dos familias de lanzadores y encima renovarlas, mientras que nosotros sólo tenemos la familia Ariane".

Si algo destacan los especialistas es la premura con que, tras un accidente con un cohete, se ha lanzado otro, puesto que pasaron muy pocos días entre el error del último TitanIV y el del DeltaIII, aún compartiendo componentes fundamentales de la crítica segunda etapa. Los europeos recuerdan que tras la explosión del vuelo inaugural del nuevo cohete Ariane5, en 1996, los ingenieros pasaron varios meses revisando todo los sistemas entendidos como un conjunto crítico, de manera que el segundo lanzamiento fue casi correcto y el tercero, un éxito.

Dura competencia

Pese a la dura competencia del ámbito comercial de los lanzamientos, Arianespace no se frota demasiado las manos ante los acontecimientos al otro lado del Atlántico, consciente de que no son buenos estos sobresaltos en el sector, por no hablar de la repecusión en las primas de los seguros y en los perjuicios que se ocasionan a los usuarios de satélites. Los cohetes que están fallando son de capacidad similar al Ariane4; el Titan IV -dedicado sólo a cargas militares- se aproxima al Ariane5. En cuanto a los bien experimentados cohetes rusos Soyuz, comercializados en consorcios internacionales, les falta alcanzar la fiabilidad de gestión empresarial que exigen los dueños de satélites

La situación es tan difícil en EEUU que se ha planteado la idea de volver a poner en órbita satélites con los transbordadores espaciales, una estrategia autocriticada y abandonada tras la catástrofe del Challenger, en 1986, que costó la vida a siete astronautas para poner en órbita un satélite.

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