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52º FESTIVAL DE CANNES

La eterna sonrisa irónica de un gran seductor

Guillermo Altares

ENVIADO ESPECIALLa presencia ayer de Sean Connery en el Festival de Cannes, donde se exhibió fuera de concurso su última película, La trampa (una nueva superproducción de aventuras, en este caso de sofisticados ladrones de guante blanco), y donde recibió un homenaje por el conjunto de su carrera, le ha venido como agua de mayo a un certamen que, en su apertura, sufrió lo que la prensa especializada ha calificado de preocupante falta de estrellas. "El equipo directivo ha recibido numerosas críticas por parte de los periodistas por su falta de capacidad para proporcionar el glamour que este tipo de acontecimientos necesitan", escribió ayer el prestigioso Hollywood Reporter.

Sin embargo, Sean Connery ha elevado mucho el nivel estelar, no sólo porque es uno de los actores más carismáticos de Hollywood, sino porque su presencia es impresionante. Alto y corpulento, rápido y divertido en sus respuestas, con una permanente media sonrisa irónica en sus labios, el actor, de 68 años, demuestra por qué sigue siendo un número uno. En una rueda de prensa con Connery hay dos temas que inevitablemente surgen de inmediato: el nacionalismo escocés y su pasado como 007. Al protagonista de El hombre que pudo reinar le sobran tablas para zafarse sin problemas de estas y otras cuestiones. "No me deja dormir por la noche", dijo, entre carcajadas, cuando fue preguntado por la permanencia de su identificación con James Bond, un personaje que abandonó en los años setenta. "Hago las películas que me gustaría ver en el cine y La trampa pertenece a este tipo de filmes. Realmente no creo que mi carrera haya cambiado", afirmó sobre el tipo de papeles en los que se ha especializado en los últimos años.

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Sobre su tierra natal tuvo la oportunidad de colocar un nuevo discurso a favor del Partido Nacionalista Escocés, que quedó en segundo lugar en las recientes elecciones celebradas en la región. "Hace unos años, mi partido no tenía una representación fuerte, pero ahora somos la primera fuerza de la oposición y estoy seguro de que se producirá un cambio tremendo, un renacimiento escocés. No se pueden romper las islas Británicas en pedazos, pero queremos que Escocia sea tratada en igualdad de condiciones", dijo.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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