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ELECCIONES 13-J Municipales

Entre zanjas en medio del Mediterráneo

La proliferación de obras irrita a los vecinos de Palma de Mallorca, considerada una de las ciudades con mejor calidad de vida.

La urbe abierta al Mediterráneo que en esta década ha sido considerada una de las ciudades con mejor calidad de vida de España está cambiando su piel conservadora a costurones. Los ciudadanos de Palma de Mallorca, gobernada con mayoría absoluta por el PP desde 1991, después de 13 años de hacerlo el PSOE, han vivido los últimos tiempos entre trincheras y socavones fruto de la obsesión por las obras del alcalde, Juan Fageda, que repite como candidato de los populares."Las molestias han sido inevitables. Se han condensado 240 obras en poco tiempo para no perder los fondos europeos", se justifica Fageda. Ha sido el experimento de un tipo de programa electoral abierto: lluvia de inversiones y maquillaje urbano -30.000 millones de pesetas-, una propuesta con efectos secundarios porque deja en manos de la oposición una palanca con la que pretende sumar adeptos entre los agraviados.

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El PP reconoce que debe reconquistar nichos de votos de fieles disgustados. Miguel A. P., un empresario tradicional, relata: "Palma es muy provinciana y está sumergida en el caos de obras que incomodan la vida callejera. Hasta pasear es permanentemente provisional. Los comerciantes han dictado y condicionado la política de Fageda, que les ha complacido".

"El gran problema de Palma es que nunca con tanto dinero se han hecho tantas cosas inútiles. Ni de tres obras podrá estar orgulloso Fageda", ataca Antoni Roig, el nuevo candidato del PSOE. En plena euforia expansiva de la economía insular - fundamentalmente, por el auge de la construcción y el turismo- la Administración local y la regional, del PP, han volcado en ella además la mayor partida de fondos públicos para obras conocida en Palma y de un solo golpe. Todo bulle y se baten las marcas laborales y las cotizaciones inmobiliarias. Ha escaseado la mano de obra y de todo el país y del continente africano han llegado peones. "Bien es cierto que había obras necesarias, pero porque no se han hecho antes", indica el candidato Sebastià Serra, nacionalista del PSM, que alienta denuncias de "obras mal hechas".

La ciudad, por su tamaño (320.000 habitantes) y su entramado social y de servicios, comparte los mismos problemas que otras urbes del litoral mediterráneo de gran crecimiento: falta agua potable porque más de un tercio del caudal doméstico es desalado del mar; sobran los residuos urbanos; los coches colapsan las calles, y la población flotante -el turismo dobla el padrón- exige un plus de atenciones públicas y de espacio siempre insuficientes. En esta sociedad rica afloran periferias de miseria. En nueve días, tres marginados sin techo han sido asesinados por otros tantos compañeros en peleas por una botella o por nada.

Jaume Sureda, vicerrector de la Universidad de las Islas Baleares, describe el panorama: "A mí me gusta la ciudad. Se puede vivir bien en ella, pero en el plano cultural y estético ha habido un gran retroceso. Se ha desaprovechado la dinamización de la vida interna con la incrustación, como en Bilbao, Santiago, Alcalá o Barcelona, de nuevas dependencias universitarias".

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En esta década, la derecha -siempre ha vencido en las autonómicas baleares- ha extendido una malla adicta y subvencionada, de asociaciones de vecinos, de comerciantes, clubes de ancianos y casas de inmigrantes, donde subraya más su mayoría y diluye las críticas. La opinión general, el eco público de las cosas, está en el lado del poder municipal pese a la polvareda y los desastres callejeros.

En Palma los grandes temas municipales en cuestión han sido el urbanismo, el transporte ciudadano, la gestión de las basuras y, en general, las grandes transformaciones urbanas que el PP diseña para crear más actividad constructora. Desde la derecha se piensa en copiar la iniciativa urbana del Puerto Olímpico de Barcelona, el Moll Vell (muelle viejo), destapando una nueva zona de ocio y un descomunal solar de negocios en un enclave portuario.

Las intervenciones de rehabilitación impulsadas por las administraciones han convertido barrios degradados y ruinosos ocupados por marginados o inquilinos que rentan 1.000 pesetas al mes en zonas de pisos reformados o nuevos que se cotizan a 400.000 pesetas el metro cuadrado. Existe un desplazamiento territorial y se crea un escalón social. Cambian los vecinos y los modestos no tienen poder. Fageda anota: "Tenemos en Palma el casco histórico más grande de Europa, con 160 hectáreas. Lo revalorizamos para todos. Sí, han subido los valores, pero hemos ofertado suelo para que no se disparen los precios y los jóvenes puedan acceder a una vivienda".

Las calles intramuros, las de los ensanches y el litoral turístico han estado levantadas en obras durante los dos últimos años: el Plan Mirall (espejo) de aceras, fachadas y farolas, más el asfaltado, las zanjas por el cableado óptico, la red telefónica o la recanalización del gas ciudad. Es un plan general de restauración y estética con una excusa, ya que, además de la mudanza general que desencadena siempre una convocatoria de elecciones, está la Universiada.

Universada

El primer acto del nuevo alcalde, el mismo día de su proclamación, el 3 de julio, será inaugurar una incierta Universiada, un fasto deportivo internacional para estudiantes bautizado Palma'99, reclamado por los socialistas en 1991, pero ahora denostado por ellos, cuyas obras estructurales aún no han finalizado.El evento, reducido al mínimo por crisis financieras generales, ha sido atacado por doquier, hasta por la Universidad. "Menos mal que nos apartamos de este tinglado que se está culminando con aspectos más bien impresentables, sin apenas un proyecto cultural", dice Sureda. Su hito visible, un estadio olímpico enorme, se entregó para uso y explotación durante 60 años a la sociedad propietaria del exitoso Real Mallorca.

Las controversias ciudadanas, las preguntas políticas y profesionales sobre cómo es o debe ser Palma han aflorado, por otra parte, sobre aspectos que pueden parecer de rango menor: la colocación de farolas anacrónicas y de hileras de palmeras ante fachadas monumentales y las murallas o el estallido de castillos de fuegos artificiales de 30 millones junto a la delicada catedral gótica. Más profunda fue la polémica del poder con los arquitectos sobre el concurso para construir con urgencia el parque de Ses Estacions, que ha diseñado la vanguardista Carme Pinós.

Margalida Thomàs, candidata de IU, añade que "la reforma del Plan General de Ordenación Urbana se ha hecho de espaldas a la ciudadanía; sin debates, facilitando los negocios inmobiliarios rápidos y la desaparición de suelo público. El PP sólo es fachada y gesto; neoliberalismo atropellando los servicios públicos".

Fageda promete más ilusión y acusa a la oposición de no haber tenido "talante de colaboración": "Sistemáticamente, han dicho no". La izquierda coincide: "En Palma no se vive mejor cada día. Al revés".

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