Lobos blancos
TRAS INTENTARLO en dos fines de semana consecutivos, a la tercera se han cobrado sus tres primeras víctimas mortales. De los 70 heridos, seis se encuentran en estado crítico. Ocurrió el viernes en un pub gay del Soho, en pleno centro de Londres. Lo habían intentado antes en un barrio de mayoría negra y en otro de mayoría asiática. Esa selección de las víctimas es lo que da credibilidad a la reivindicación realizada en nombre de Los Lobos Blancos, grupúsculo de ideología racista cuya genealogía se conoce con más o menos detalle.Parece tratarse de una escisión de un partido fascista británico en cuya propaganda se señala como enemigos a los homosexuales, junto a determinadas minorías étnicas y partidos de izquierda. Esa combinación es propia de los grupos neonazis en general, pero la inspiración de esta última camada parece venir de Estados Unidos: de esos grupos que se intercambian a través de Internet sus ideas sobre la supremacía blanca y la degeneración de las costumbres cristianas, al tiempo que se proclaman partidarios de la violencia como vía para sacudir la indiferencia general. La combinación de integrismo religioso, ideología racista y fascinación por la violencia no es ninguna novedad, pero sí lo es la comunicación virtual, sin contacto personal, a través de la red.
El racismo no es un sentimiento, sino una idea. La de que existe una correlación entre ciertas características biológicas y la capacidad intelectual y actitud moral de los individuos. De ello derivaría una jerarquía entre los grupos poseedores de esas características. Que esa idea carezca de fundamento científico no evita que siga guiando la actuación de muchas personas presas de la obsesión identitaria, incluidas algunas que se ofenderían al ser consideradas racistas. Sin duda habrá psicópatas entre estos nuevos terroristas, pero, como en el caso de los nazis, es seguro que muchos de ellos creerán actuar al servicio de una filosofía de la historia y en nombre de unos elevados valores morales.
La comunicación a través de la red puede obedecer a una estrategia conspirativa: para dificultar su localización y control por la policía; pero también pudiera reflejar el deseo de separar la teoría de sus consecuencias prácticas, asunto que tanto obsesionó a los nazis. La bomba activada a distancia y los contactos virtuales son la derivación de una idea del documento fundacional de Los Lobos Blancos según la cual "los inmigrantes son individualmente inocentes, pero colectivamente forman un ejército de ocupación que amenaza los derechos de nuestros hijos y de las futuras generaciones de nuestra raza".
Si ésa es la teoría, no sorprenderá que la práctica se vea guiada por la convicción delirante de que es preciso sacudir las conciencias de los británicos mediante "las acciones necesarias para desencadenar una espiral de violencia que finalmente atraerá incluso a los indecisos, obligándoles a luchar". Acción-represión como vía para provocar el caos. Ésa es su única estrategia: la de quienes pusieron la bomba de Oklahoma (164 víctimas) o la de tantos otros criminales que creen tener una idea capaz de justificar el asesinato de judíos, negros, homosexuales, disidentes. O indigentes: como el que esta misma semana fue asesinado a palos en Getxo (Vizcaya).
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