Naves de ciencia-ficción
Éxito de la primera nave con motor iónico, que reducirá el coste de los viajes espaciales
Tras seis meses de vuelo espacial de la nave Deep Space 1, lanzada el 24 de octubre pasado, la NASA considera ya suficientemente probadas varias de las exóticas tecnologías que contiene, algunas de ellas inspiradas en la ciencia ficción, como el motor iónico que la impulsa. Este novedoso método de propulsión ha demostrado, pese a un pequeño fallo inicial, ser una alternativa viable para equipar las naves espaciales del próximo siglo. De hecho, el satélite de televisión Astra 2-A, lanzado en enero, utiliza un motor de este tipo. El motor iónico funciona acelerando átomos ionizados y expulsándolos por una tobera, lo cual impulsa la nave del mismo modo en que los gases de escape lo hacen en los motores de combustión habitualmente utilizados en cohetes y naves espaciales.
Una de las ventajas que ofrece es el escaso consumo, lo que proporciona una mayor vida útil sin necesidad de llevar mucho combustible. Ésta es la ventaja que aprovecha el nuevo satélite Astra, cuya vida útil se estima en unos 25 años, frente a los 10 que suelen ofrecer los satélites de telecomunicaciones.
Los datos sobre el comportamiento del motor y de otros seis instrumentos novedosos de la nave fueron dados a conocer por la NASA durante la celebración, hace unos días, de la Conferencia sobre Propulsión Espacial Avanzada, celebrada en Huntsville.El próximo mes de julio, la Deep Space 1 se acercará al asteroide 1992 KD y el encuentro servirá para probar otras tecnologías en experimentación, como dos instrumentos de observación y transmisión de datos y un sistema de navegación autónoma, denominado AutoNav, capaz de tomar las decisiones necesarias para gobernar la nave ante cualquier imprevisto y de decidir los medios más adecuados para la obtención de datos científicos.
Las incursiones de la ciencia ficción en la realidad no acaban aquí, ya que un grupo de investigadores del Rensselaer Polytechnics Institute de Troy (Nueva York), liderados por el profesor Leik Myrabo, dio a conocer el pasado día 16, también en Huntsville, un modelo de platillo volante que se impulsa mediante rayos láser infrarrojos, del que han realizado una maqueta de demostración, de apenas 25 gramos de peso, que ha funcionado con éxito en las pruebas realizadas.
Su propósito es construir una nave de cinco metros de diámetro, capaz de albergar a cuatro tripulantes y que, según Myrabo, reduciría el coste de salir al espacio por un factor de mil y de forma ambientalmente más limpia que con los cohetes actuales.
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