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Seis escritores recuerdan la simbiosis de poesía y pensamiento en Octavio Paz

Una mesa redonda evoca en Madrid la figura del premio Nobel fallecido hace un año

Miguel Ángel Villena

Poesía y pensamiento, lirismo y ensayo, sueños y filosofía, se dieron cita en Octavio Paz en uno de los casos insólitos de esta simbiosis en la literatura en castellano. Seis escritores (Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze, Pere Gimferrer, José Miguel Ullán, Rafael Argullol y Luis Antonio de Villena) recordaron al premio Nobel mexicano, fallecido hace un año. Junto a la talla literaria de Octavio Paz (México 1914-1998), sus amigos resaltaron su trayectoria de intelectual comprometido, de referencia ética y política de buena parte del siglo XX.

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"Era un vate y un filósofo, que siempre tuvo un afán subvertidor en su obra. Esa mezcla del poeta y del ensayista resulta muy rara, pero Octavio Paz escribía poesía y además era capaz de explicar la poesía, la suya y la de otros". Estas apreciaciones del escritor y periodista Luis Antonio de Villena, que abrió la ronda de intervenciones, fueron secundadas por otros oradores que participaron en la mesa redonda de homenaje al premio Nobel mexicano que se celebró anoche en la Casa de América, de Madrid. A juicio de Rafael Argullol, "pocos escritores contemporáneos han sabido aunar poesía y pensamiento, lo literario y lo filosófico". "La verdad de Octavio Paz", apostilló el escritor catalán, "se apoya en esta simbiosis". En opinión de Argullol, el autor de Piedra de sol supo captar los signos de su época "sin dejarse esclavizar por los dictados de la actualidad". Tanto los dos citados como el académico Pere Gimferrer recordaron, ante centenares de personas que abarrotaron el anfiteatro de la Casa de América, la influencia de Paz sobre los jóvenes poetas españoles a finales de los años sesenta, al final de la dictadura franquista. Pere Gimferrer evocó el ascendiente de tres poetas de la generación de 1927 entre los escritores de aquella época y se refirió a Vicente Aleixandre, que vivía en Madrid; Rafael Alberti, que residía en Roma; y Jorge Guillén, que se encontraba exiliado en América.

"Pero Octavio Paz", señaló el reciente premio Nacional de Literatura, "apareció ante nosotros con una triple legitimidad: era una voz de América surgida con posterioridad a las gentes del 27, había tenido trato directo con los surrealistas y había establecido contacto con la poesía anglosajona". Tras preguntarse Pere Gimferrer sobre las cosas que los poetas jóvenes de los sesenta habían aprendido de Octavio Paz, el académico se respondió: "Aprendimos de su imagen cosmopolita en un poeta que variaba su poesía, pero nunca envejecía, que supo ser varios poetas siendo siempre el mismo poeta y cuyo dominio de la lengua le llevó a exigirse a sí mismo y a la poesía lo máximo".

Faceta política

Los parlamentos de Villena, Argullol y Gimferrer, más centrados en la faceta literaria del fundador de la revista Vuelta, cedieron el turno al historiador mexicano Enrique Krauze, uno de los más estechos colaboradores de Octavio Paz durante muchos años. Fue con mucho la más aplaudida esta intervención, dictada desde el cariño y la lucidez. Krauze recorrió las peripecias políticas del premio Nobel desde sus inicios como "fundador de la cultura de la disidencia en México y sus críticas tanto a los regímenes militares del Cono Sur como al castrismo cubano" para asegurar a continuación que Octavio Paz tuvo "un entusiasmo casi infantil por el conocimiento". "Vivía en continua exaltación", prosiguió el historiador, "como un león de gran melena y la fuente secreta de su combatividad fue la Revolución vuelta sobre sí misma y una imaginación abierta al mundo". En opinión de Krauze, "Paz se enamoró de la idea de Revolución, pero su desencanto fue paulatino e irreversible, a diferencia de la mayoría de intelectuales".

Tras el recuerdo de Ullán de los últimos días de Paz, Mario Vargas Llosa fue el encargado de cerrar una mesa redonda, que duró dos horas y fue seguida con reverencia por el público. El escritor hispanoperuano mostró su añoranza por esa figura de intelectual comprometido, "hoy en día casi desaparecida y que Paz representó al igual que Sartre o Camus en Francia, Russell en Inglaterra u Ortega en España". Al tiempo que calificó a Paz de "prosista de lujo y de agitador intelectual", Vargas Llosa denunció que habían tachado al mexicano de reaccionario, "cuando en realidad era una persona cercana al socialismo democrático".

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