_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nacionalismo, violencia y globalidad M. VÁZQUEZ MONTALBÁN

A punto de dejar tierras de Colombia por las de Caracas y el Orinoco, reflexiono sobre la violencia porque la prensa local no deja de hablar de la batalla multifrente entre guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, y el ejército, que asola este país. La televisión ha entregado a la CNN la dictadura informativa de la globalización y la CNN no para de hablar de Yugoslavia. Ni siquiera hoy, día en que Pinochet empieza a estar más cerca de España que de Chile, la CNN ha dejado de informar sesgadamente sobre lo que ocurre en Yugoslavia. Sesgadamente porque la decantación de noticias y comentarios hacia la lógica de Estados Unidos es de escándalo y ni siquiera tiene en cuenta a los comparsas menores de este ajuste de cuentas, el plan Shröder por ejemplo, y apenas sale el señor Solana, ni Matutes, tan aireado por Televisión Española en el exterior, y es que la CNN no sabe de dónde es ministro de Asuntos Exteriores, en el supuesto caso de que lo sea, el señor Matutes. ¿De San Marino? Mientras la poderosa cadena trata lo de Yugoslavia como un problema casi exclusivo de Estados Unidos, curiosa mezcla de hipernacionalismo y policía global, se descalifica el nacionalismo que ha provocado el drama: el serbio. Alguna vez aparece un elemento de racionalización explicando que hay otros nacionalismos en litigio y se trata de historiar que la desmembración de Yugoslavia empezó en Eslovenia y Croacia o que la exacerbación de la rebelión de los kosovares formó parte de la estrategia de ruptura de Yugoslavia, pero estas aportaciones históricas son sepultadas por toneladas de conferencias de prensa de militares, teólogos de la seguridad, políticos, norteamericanos naturalmente, preocupados todos ellos por que no les maten ni a un soldado, aunque esto signifique una guerra de bombardeo que cuesta la vida a civiles sin distinción de nacionalismos, pero fundamentalmente civiles serbios y albanokosovares. Nacionalismo asociado a violencia. La CNN ejerce una dictadura informativa sobre cuestiones internacionales en países apenas enterados o interesados por lo que pasa más allá de sus propias tragedias. Si la OTAN es el policía malo del imperio y la ONU el policía bueno, la CNN es el instrumento mediático para globalizar los códigos del poder imperial. Si Nebrija, en el origen del nacionalismo castellano, acuñó que siempre fue la lengua compañera del imperio, hoy día no hay imperio sin su herramienta de representación del canon globalizador. Cueste la violencia que cueste, pero que esa violencia se cobre las vidas de los ciudadanos periféricos del imperio. En Colombia hay tanta violencia que hasta existe una especialidad de sociólogo, el violentólogo, disciplina rigurosamente seria en un país que no ha parado de autodestruirse desde el bogotazo de 1948. Guerrilleros gánsteres, guerrilleros posideológicos, escuadrones de la muerte, fuerzas represivas del narcotráfico, el ejército: éstos son los poderes reales en el país en cuanto sales de las ciudades más o menos controladas, donde la violencia se esconde en sus villas miseria, en medio de ese lumpenproletariado dejado de la mano del Estado. Los poderes fácticos de este país son las bandas armadas, y los campesinos sus víctimas principales, desesperadas víctimas que se desplazan como si fueran albanokosovares huyendo del chantaje de los guerreros. Aquí se llama pesca milagrosa no a que Jesucristo camine sobre las aguas, sino al secuestro de coches en las carreteras y de aviones en el cielo, ante la desesperada rendición de una sociedad inteligente, culta, preparada para un reparto de modernidad en profundidad, de socialización de la modernidad. En los años setenta, Javier Pradera, cerebro de tantas cosas y entre ellas de EL PAÍS, dijo que Europa es un balneario en el que nunca pasa nada. Poco queda de aquel balneario, porque Yugoslavia es la metáfora de una Europa que necesita violentólogos, como los necesita Colombia. Aquí se mata con la metralleta o con la sierra eléctrica. En Europa se mata con misiles inteligentes que saben muy bien lo que matan. Están matando a la misma Europa. Porque mientras Solana se declara orgulloso porque Europa se está construyendo gracias a la destrucción del nacionalismo serbio, no hace otra cosa que actuar de portavoz del sentido de la historia del imperio. Y detrás de todo imperio hay un impulso nacionalista, en este caso tan sofisticado y bien armado de misiles y sicarios que hasta se permite un mohín de desdén porque le hayan forzado a venir a ayudar a los europeos a sacar los nacionalismos del fuego. O sea que, señores Pujol y Carod Rovira, y señora Rahola, mucho cuidado, que vienen la OTAN, la ONU y la CNN.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_