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Clinton no cierra el acuerdo con Zhu Rongji para que China entre en la OMC

Bill Clinton recibió ayer en la Casa Blanca al primer ministro chino, Zhu Rongji, con un afecto que pretendía servir de bálsamo al mal momento de las relaciones entre Pekín y Washington. La visita de Zhu, pensada para que culminara el deshielo entre las dos potencias con un acuerdo sobre el ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC) que no se logró, coincide con el estallido de un amplio abanico de diferencias. De los que destaca las sospechas estadounidenses de que China le robó importantes secretos nucleares.

Clinton justifica su política de "compromiso constructivo" con China por la necesidad de ganar su inmenso mercado para los productos y las inversiones de EEUU y de establecer con ese país una "relación estratégica en el siglo XXI" en los frentes político y militar. De hecho, anoche, en una rueda de prensa conjunta, Clinton dijo que, aunque no se ha logrado un acuerdo aún, "se han hecho avances significativos". Pero sus detractores también sospechan que su supuesta blandura respecto a Pekín tiene que ver con las decenas de miles de dólares que empresas privadas y organismos públicos chinos destilaron en la campaña electoral que condujo en 1996 a la reelección como presidente del político de Arkansas.El pasado lunes, Los Angeles Times publicó la última novedad respecto a ese escándalo. Según el diario californiano, Johny Chug, recaudador del Partido Demócrata en 1996, ha confesado al Departamento de Justicia que el jefe de los servicios de inteligencia militares de Pekín le ofreció 300.000 dólares (unos 45 millones de pesetas) para las arcas de la campaña de Clinton. La Casa Blanca volvió a rechazar haber estado al corriente de ese y de los anteriormente denunciados intentos chinos por comprar influencia en Washington.

La firma de un acuerdo para que China, un país de 1.200 millones de habitantes, se una a los 134 países de la Organización Mundial de Comercio era el objetivo de la actual visita de Zhu a Washington, la primera de un primer ministro chino en 15 años. Zhu aseguró anoche que el acuerdo no se ha alcanzado por "el clima político" en EEUU, en referencia a un cierto sentimiento antichino en el Congreso estadounidense.

Clinton, que el día anterior había denunciado a los que pretenden alimentar "un clima de Guerra Fría con China", prefirió acentuar los aspectos positivos. "El interés de EEUU", dijo, "es que China triunfe, que China se integre en las instituciones que promueven normas globales en materia de proliferación de armamentos, comercio y medio ambiente, que China respete los derechos humanos y promueva la paz".

Zhu respondió: "No creo que haya ningún problema que no pueda ser resuelto con consultas amistosas entre los dos países. Yo quiero al pueblo chino y quiero al pueblo norteamericano". Pekín ha rechazado oficialmente haberle robado a Washington secretos nucleares o haber contribuido a la financiación de la campaña electoral de Clinton.

Pese a la retórica de Zhu, Pekín también tiene serias quejas. Califica de "barbaridad" el bombardeo de Yugoslavia por parte de una OTAN liderada por Washington. Considera una "amenaza" para sus intereses la posibilidad de que EEUU incluya a Taiwan bajo el paraguas del sistema de defensa antimisiles que piensa desplegar en Asia. Zhu recordó anoche que quiere la reunificación pacífica con Taiwan pero que no renuncia "al uso de la fuerza". Además, calificó de "grave intrusión" en sus asuntos internos el último informe del departamento de Estado norteamericano que denuncia el deterioro de los derechos humanos en China en los últimos meses.

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Protestas en la calle

Mientras Clinton recibía a Zhu, decenas de personas se manifestaban frente a la Casa Blanca pidiéndole al presidente estadounidense que "no sacrifique las causas de los derechos humanos, Tibet y Taiwan en beneficio de los negocios con Pekín".El frente antichino es muy poderoso en EEUU y recorre todo el espectro político. Los republicanos están muy inquietos por el espionaje nuclear, las facilidades dadas por Clinton para que empresas norteamericanas de alta tecnología hayan colaborado con Pekín en la mejora de sus cohetes y satélites y el asunto de la financiación de la campaña de 1996. En el campo demócrata, además de la simpatía por Tibet y los disidentes, pesa mucho la oposición de los sindicatos a que las empresas de EEUU se instalen en China para explotar sus penosas condiciones laborales.

Para incorporarse a la Organización Mundial de Comercio, China necesita la luz verde de EEUU y de la Unión Europea. La intención de Washington y Pekín era que el gigante asiático pudiera sumarse a ese organismo coincidiendo con la próxima ronda de negociaciones sobre liberalización del comercio mundial, prevista para finales de este año.

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