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GUERRA EN YUGOSLAVIA Los refugiados

Los refugiados expulsados de Macedonia van apareciendo dispersos por ciudades albanesas

Enric González

ENVIADO ESPECIALLas consecuencias del brutal vaciado de Blace empiezan a ser visibles. Decenas de miles de refugiados albanokosovares apenas sabían ayer dónde se encontraban, después de que el Ejército y la policía de Macedonia los evacuara de forma caótica del paso fronterizo de Blace, durante la noche del martes, y los dispersara por todos los rincones del país e incluso por países vecinos como Albania.

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Según estimaciones de ACNUR, publicadas ayer en Skopje, entre 15.000 y 20.000 personas podrían haber sido expulsadas hacia Albania, al amparo de la noche y por la fuerza. "¿Por qué no? Es justo que los albaneses vayan a Albania, es su país", declaró Kiro Gligorov, presidente de Macedonia.Las cuentas de ACNUR seguían sin cuadrar anoche por completo. Las víctimas de la limpieza étnica y de la brutal evacuación de Blace aparecían, poco a poco, en campos de refugiados, en bases militares, en domicilios privados o en calles de localidades próximas a Tetovo y Gostivar, cerca de territorio albanés. ACNUR consideraba que los 10.000 refugiados no contabilizados debían estar en Albania, dispersos entre los cientos de miles llegados allí directamente desde Kosovo. Naciones Unidas, OTAN y organizaciones humanitarias colaboraban en el esfuerzo de recoger nombres y localizaciones para averiguar dónde estaban exactamente las más de 50.000 personas que se hacinaron cinco días en la frontera. El recuento costará días, quizá semanas.

Ina, Afrodita y Mareta sabían que paseaban juntas, cogidas del brazo, por la avenida central de un campamento militar. Sabían que se habían duchado y que la comida sería servida en una hora. Y conocían sus nuevas direcciones: 8-2, 9-2 y 14-10. 8-2 significaba la octava tienda de la segunda calle. Pero no tenían ni idea del lugar del mapa en que se encontraban. "Macedonia, ¿no?", aventuró Mareta, cargada de dudas. Aquello era Macedonia, en efecto. Un campamento de zapadores del Ejército alemán recién levantado a 10 kilómetros del paso fronterizo de Jazince, para ser exactos. Las tres adolescentes sólo querían saber si se quedarían allí o serían de nuevo desplazadas. Nadie tenía, sin embargo, respuesta para esa pregunta.

"Llegaron aquí entre las dos y las cuatro de la madrugada, después de un viaje de un par de horas apretados en autobuses donde no cabía un alfiler. Los descargaron en la puerta y se fueron. Ni ellos sabían dónde estaban, ni nosotros les esperábamos en ese momento. Hubo que improvisar", explicó el cabo Klopfke, ocupado en levantar otra hilera de tiendas verdes con la ayuda de varios muchachos albanokosovares. "La tarea más complicada será identificarles y ayudarles a contactar con sus familias. Nosotros ni siquiera nos entendemos con ellos, por el idioma", añadió.

Voluntarios albaneses de la organización El Hilal empezaban a confeccionar listas. Habían recogido sobre una mesa las pequeñas cartillas de identidad de quienes no habían sido privados de su documentación al ser expulsados por la policía serbia, y confiaban en que hoy, tras un censo tienda por tienda, dispondrían de una lista completa de los refugiados acogidos en el campamento alemán, próximo a Dobroste, en el extremo noroeste de Macedonia.

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El Gobierno macedonio había rechazado hasta ahora la posibilidad de albergar campos estables de albanokosovares en su territorio, porque considera que a medio plazo suscitarán graves conflictos con la mayoría eslava de sus ciudadanos, hostiles a la minoría albanesa. Por eso embolsó a los refugiados en condiciones atroces en la tierra de nadie de Blace y por eso trata de acelerar al máximo el éxodo hacia terceros países de los expulsados de Kosovo. Ayer, por primera vez, aceptó que los campos podían durar. Y anunció que negociaba con Unicef con el fin de que se estableciera algún tipo de sistema de educación en los mayores centros de acogida.

ACNUR cree que quienes no han podido aún abandonar Kosovo, probablemente porque la policía serbia se lo impide, volverán a intentarlo a la menor ocasión. "Puede llegar una segunda oleada en unos días", dijo un portavoz de la agencia, quien anunció la instalación de una infraestructura de emergencia en Blace -una cañería de agua corriente y montones de grava contra el barro- para evitar que se repitiera la situación infernal del pasado fin de semana.

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