Aparecen los primeros brotes de epidemias entre los refugiados en la frontera de Macedonia
ENVIADO ESPECIAL, Las epidemias se ciernen sobre casi 100.000 personas encerradas en tierra de nadie, y en la república de Macedonia, que se niega a absorber más refugiados. El Gobierno macedonio confirmó ayer que se habían registrado casos de encefalitis y enterocolitis que hacían temer brotes de cólera y meningitis, pero descartó que pudiera hablarse de epidemia. "Son casos aislados y controlados", dijo la vicepresidenta, Radmila Kiprijanova. Decenas de miles de refugiados albanokosovares se arrastran sobre sus propios excrementos en la inmensa pocilga de Blace, expuestos a todo tipo de enfermedades.
Unas diez personas mueren diariamente en los barrancos fronterizos. "Nuestra máxima prioridad es sacar a esa gente de Blace", declaró ayer Paula Ghedini, delegada del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Macedonia. Ghedini indicó que el promedio de 10 cadáveres diarios -sólo una media: la situación es tan caótica que no existen datos exactos- aumentaría si la hondonada de Blace no era despejada. El barranco, en el que los refugiados se transforman poco a poco en espectros de sí mismos, es vigilado por soldados y policías que portan mascarillas. "Una simple medida de precaución", según el Gobierno.El éxodo balcánico ha adquirido gigantescas proporciones. Con los 226.000 refugiados contabilizados en Albania y los 35.000 de Montenegro, los 7.000 de Bosnia y los 6.000 de Turquía, más los 130.000 que han entrado en Macedonia, el desplazamiento humano a los países vecinos de Kosovo afecta ya a 400.000.
En Blace esperan unos 50.000 albanokosovares. Entre 50.000 y 70.000 más se aglomeran al otro lado de la frontera, según estimaciones de ACNUR. Los que están más allá del paso fronterizo ni siquiera pueden verse y contabilizarse, porque la masa de cuerpos se adentra en Kosovo, una región impenetrable en estos momentos a causa de la guerra.
Su situación debe ser terrible, ya que carecen de todo. Los refugiados que han podido conservar su pasaporte -los serbios retiran toda la documentación a los expulsados- y pasan la frontera afirman que nadie come desde hace días. Ghedini dijo ayer que la cola se extiende 25 kilómetros hacia el interior de Kosovo.
La aglomeración humana es de tal magnitud que dificulta incluso la limpieza étnica practicada por los serbios. Los trenes de la deportación masiva ya no pueden llegar a Blace, porque las vías están bloqueadas por miles de personas y vehículos, y la policía serbia se ve obligada a desviarlos hacia el paso fronterizo de Jacinze, unos diez kilómetros al oeste. ACNUR teme que el desastre de Blace se reproduzca en Jacinze.
Parece increíble que, después de cinco días de hacinamiento y tragedia, Blace no haya sido despejado. El Gobierno macedonio responde que no puede dejar que esa gente penetre en su territorio, a no ser que se trate de un simple tránsito hacia un tercer país. "Casi 70.000 personas han entrado ya legalmente y calculamos que otras 30.000 han pasado ilegalmente a través de las montañas. Dijimos desde el principio que nuestra capacidad de absorción no iba más allá de 20.000. Estamos desbordados. Ya no podemos más", explicó un portavoz del Ministerio del Interior.
Las autoridades de Macedonia alegan, fundadamente, que la etnia albanesa (un 22% de la población) es muy impopular entre la mayoría eslava del país y que el flujo masivo acabará por desestabilizar una república que, con sólo 2,2 millones de habitantes y una extensión no muy superior a la de una provincia española como Albacete, mantiene una existencia precaria desde que en 1991 accedió a la independencia. Parece claro, por otra parte, que la etnia albanesa es también muy impopular entre algunos miembros del Gobierno macedonio.
Frente a la extraordinaria solidaridad mostrada por los albaneses de Macedonia (han acogido en sus propias casas a casi 70.000 personas y sus panaderías trabajan las 24 horas del día para hornear la harina que llega del exterior), los macedonios sólo están interesados por la evacuación. Desde la vicepresidenta Kiprijanova, que ayer mostró su impaciencia por el retraso en la puesta en marcha del puente aéreo destinado a llevarse a los refugiados, hasta el último ciudadano. El Gobierno sugirió la posibilidad de trasladar más albanokosovares a la desbordada Albania, porque "desde los puertos albaneses podrían ser evacuados con más celeridad". Ayer salieron los primeros 150 en un avión con destino a Turquía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.